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Berlín, 31 dic (EFE).- La economía alemana enfrenta el año 2019 con sentimientos encontrados que oscilan entre el optimismo de los expertos y los temores de los ciudadanos y de parte del empresariado ante los muchos factores de inseguridad.
El presidente de la Agencia Federal de Empleo, Detlev Scheele, pronosticó, en una encuesta realizada por el diario "Bild", que la buena situación del mercado laboral continuará el año que viene y que el peligro de perder el puesto de trabajo es muy bajo.
El presidente del Instituto de Estudios Económicos IFO de Múnich, Clemens Füst, también espera que el empleo alcance niveles récord y, según dijo en la misma encuesta, no cree que vaya a haber recesión sino sólo una normalización del crecimiento.
El IFO, como los otros principales institutos de estudios económicos en Alemania, han revisado a la baja sus pronósticos pero todos siguen viendo a la economía en la senda del crecimiento y calculan un aumento del PIB en torno al 1,5 por ciento.
Pese a todo ello, como lo señala el diario "Süddeutsche Zeitung" en un análisis publicado hoy, "la gente tiene miedo" como lo muestran diversas encuestas.
Dentro de la clase media hay temores a descender socialmente como consecuencia de transformaciones en el mundo de la economía que terminen afectando el mercado laboral.
Los temores se ven alimentados por el panorama internacional, con las tensiones comerciales generadas por la política de Donald Trump y con el brexit, entre otros varios factores.
A eso se agregan las inseguridades que genera la digitalización y otros avances tecnológicos como el desarrollo de los coches eléctricos, que traerán una revolución el sector del automóvil, uno de los pilares de la economía alemana ya de por si vapuleado por la crisis generada por el escándalo del diesel.
Por un lado, se teme que debido al desarrollo de los motores eléctricos, que tienen menos componentes que los motores tradicionales, se pierdan puestos de trabajo.
Por otra parte, y este es el temor más grande, los análisis más apocalípticos advierten de que Alemania puede estar perdiendo la carrera de la innovación en el tema de la electromovilidad.
Otra amenaza que se cierne desde hace años sobre la económica alemana es la demografía. Desde hace mucho los expertos advierten que la población alemana decrece y se hace mayor, lo que llevara a la caída de la oferta de mano de obra y a un encarecimiento de los sistema sociales.
Estos dos últimos factores no tendrán todavía consecuencias en 2019 -a la generación de los "baby boom", como se llama a los nacidos entre mediados de la década de los cincuenta y mediados de los setenta, todavía le quedan unos años para jubilarse- pero el temor está ahí.
Esos temores se reflejan en la caída de la bolsa -el índice DAX perdió más del 18 por ciento a lo largo del año- y en la baja del optimismo de buena parte del empresariado, reflejado en el llamado índice del clima empresarial del instituto IFO.
En lo político, la inseguridad de parte de la población viene siendo capitalizada por la agrupación ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD), que en su retórica agrega al repertorio de fantasmas derivados de la coyuntura económica el fantasma de la inmigración.
Sin embargo, también hay otro partido que viene en alza, Los Verdes, que no explota los temores de la gente sino que apuesta por el optimismo y por la convicción de que muchas de las amenazas que parecen verse en el horizonte pueden ser conjuradas.
En primer lugar su visión ante todo positiva de la inmigración contrasta con el discurso de AfD, pero también en otros aspectos, como la idea que se pueden compaginar la lucha contra el cambio climático con el crecimiento económico, hacen de Los Verdes un partido de los optimistas críticos.
Las encuestas de intención de voto sitúan a Los Verdes en el segundo lugar de intención de voto, con cerca del 20 por ciento, por detrás de la CDU de la canciller Angela Merkel y por delante tanto de AfD como del Partido Socialdemócrata (SPD).
El alza de Los Verdes coincide con una serie de retos actuales, que coinciden con sus planteamientos tradicionales, como le necesidad de seguir con el fomento de las energías renovables para prepararse para el abandono definitivo del carbón.
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