Así es la anosmia, una discapacidad congénita o adquirida

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12/05/2025 - 14:30
La anosmia, una discapacidad que afecta al olfato

Lectura fácil

La anosmia es una condición que implica la pérdida total del sentido del olfato. Aunque muchas veces se piensa en ella como una enfermedad, en realidad se trata de una discapacidad sensorial que afecta de forma importante la calidad de vida de quienes la padecen. Esta pérdida puede ser temporal o permanente, y su origen varía según cada persona.

¿Qué es la anosmia? Una discapacidad poco visible

La anosmia es la pérdida total del sentido del olfato. Más que una enfermedad, se considera una discapacidad sensorial que impacta notablemente en la vida diaria. Puede aparecer de forma temporal o definitiva, y sus causas son diversas, desde factores genéticos hasta lesiones o infecciones.

A diferencia de otras discapacidades físicas o sensoriales, esta condición no es fácil de detectar a simple vista. Esto provoca que muchas veces no se le dé la importancia que merece. Sin embargo, el olfato está profundamente relacionado con el gusto, la memoria e incluso la seguridad personal (como detectar humo, gas o comida en mal estado). Perder esta capacidad puede ser más limitante de lo que parece.

Formas de adquirirla

Existen dos grandes grupos de personas con esta condición. Por un lado, están aquellas que nacen sin olfato, lo que se conoce como anosmia congénita. En estos casos, el diagnóstico suele ser tardío. La dificultad principal radica en que, cuando se es niño, es complicado identificar algo que nunca se ha experimentado. No se puede extrañar lo que nunca se ha conocido.

Por otro lado, está la anosmia adquirida. Esta se presenta a lo largo de la vida por distintos factores. Traumatismos craneales, infecciones respiratorias severas, exposición a químicos o incluso enfermedades virales pueden provocar la pérdida del olfato. Durante la pandemia por COVID-19, muchas personas lo vivieron de primera mano. Algunos recuperaron el sentido del olfato con el tiempo, pero otros todavía enfrentan secuelas permanentes.

Silvia Anguera, miembro de la Asociación Española de Anosmia, cuenta que se dio cuenta de su condición siendo muy pequeña. Fue gracias a que su abuela también carecía de olfato, lo que le permitió identificar que le sucedía lo mismo. Abby González, también parte de la asociación, relata que durante su infancia pensaba que no sabía oler, como si no lo hubiese aprendido bien. Fue con el tiempo y tras leer un libro sobre el tema que entendió lo que realmente le pasaba.

La falta de investigación

Lamentablemente, esta condición no ha sido objeto de mucha investigación médica. Para quienes nacen sin olfato, actualmente no hay tratamiento ni solución efectiva. En cambio, las personas que lo pierden por causas externas pueden intentar ejercicios de reentrenamiento olfativo, con resultados variables. El apoyo psicológico también es importante, pues muchas personas sienten que esta discapacidad no es tomada en serio.

Aunque silenciosa y poco visible, la anosmia afecta a muchas personas. No se trata solo de no disfrutar de un perfume o una comida, sino de vivir con una discapacidad que influye en la seguridad, las emociones y las relaciones sociales. Es necesario hablar más sobre ella, para dar visibilidad a quienes la padecen y fomentar la investigación médica en este campo.

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