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Brasilia, 7 ene (EFE).- El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, y su equipo económico prometieron hoy a acabar con el "dirigismo" que ha pesado en los últimos años en la banca pública, que tuvo reflejos "perversos" en la economía y llevó el precio del dinero "a la luna".
El compromiso fue adoptado durante la toma de posesión de los presidentes de los tres mayores bancos públicos del país, en la que Bolsonaro reiteró su "desconocimiento" de asuntos económicos, que en su Gobierno estarán a cargo del ministro de Economía, Paulo Guedes, quien escogió personalmente a los funcionarios que asumieron hoy.
"Reconocer el desconocimiento mío en muchas áreas es una señal de humildad. Tengo certeza de que conozco mucho más de política que Guedes, pero él conoce mucho más de economía que yo", declaró el mandatario.
En la ceremonia tomaron posesión los presidentes de la Caixa Económica Federal, Pedro Guimaraes; del Banco do Brasil, Rubem Novaes; y del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), Joaquim Levy, todos alineados con el ideario liberal de Guedes, economista formado en la Escuela de Chicago.
Entre ellos, el más experimentado en la gestión pública es Levy, quien fue jefe del Tesoro Nacional en el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva; ministro de Hacienda en el de Dilma Rousseff, y ocupó diversos cargos en el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Novaes y Guimaraes proceden del sector privado, al que Guedes reiteró hoy que pretende liberar de las "amarras" del dirigismo para ampliar los espacios del sector privado, el que considera debe ser el verdadero motor del desarrollo económico.
Guedes sostuvo que las "distorsiones" en la banca pública, que tuvo una extraordinaria participación en la economía en los últimos años, "desvirtuaron" el mercado de crédito en el país, afectaron y corrompieron la actividad económica y llevaron los intereses "a la luna".
De hecho, en Brasil el precio del dinero es uno de los más altos del mundo, sobre todo, para la financiación del consumo con tarjetas, que supera el 300 % anual, en tanto que para los créditos personales puede superar el 20 % mensual en algunos casos.
Esa "distorsión", según el ministro, responde a la expansión del sector público en el mercado de crédito, que fue "estatalizado" con tasas preferenciales no en favor de la sociedad, sino de "amigos" del sector político.
Según Guedes, el crédito "barato" ofrecido por la banca pública "está bien cuando es para la casa propia de los más pobres" o "para algunos subsidios a las clases más bajas, que no están mal".
Sin embargo, apuntó que cuando "el recurso público es transferido a la corrupción, alianzas políticas o ayuda a empresarios amigos que llegan cerca del poder, está mal" y se generan en la economía unas "distorsiones perversas" que acaban pagando toda la sociedad.
Como ejemplo citó al BNDES, una institución de fomento que en los últimos quince años "recibió unos aumentos de capital para hacer proyectos extraños, políticos, como fue ayudar a los más fuertes".
Aludió así a importantes empresas brasileñas que, financiadas por esa institución, desarrollaron grandes obras de infraestructura en Brasil y en otros países, y acabaron implicadas en los graves asuntos de corrupción destapados por la llamada operación Lava Jato.
Sostuvo que el mismo "dirigismo" operó en la Caixa Económica y en el Banco do Brasil, que fueron "víctimas de fraudes y asaltos" que serán desvelados "una vez que se abran las cajas negras" que, en su opinión, existen en esas tres instituciones.
Según Guedes, "el pueblo se cansó de ver ese manejo de la cosa pública que desvirtúa la máquina de crédito del Estado" y eso se expresó en las urnas en octubre pasado con la elección de Bolsonaro, capitán de la reserva del Ejército y líder de una ultraderecha que se posiciona como la mayor fuerza política del país.
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