Análisis sobre las causas y efectos de la guerra comercial de Trump

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11/07/2018 - 14:01
Donald Trump impuestos

Lectura fácil

La elección de Donald Trump como presidente de los EE.UU. ha supuesto un giro en la tendencia de las políticas comerciales globales. Ya desde un principio, durante la campaña electoral, supimos que el candidato republicano haría las cosas de manera muy diferente a su predecesor, pero es ahora cuando, por primera vez, se sienten las primeras consecuencias comerciales de sus decisiones políticas.

Pese a que la guerra comercial con China era uno de sus principales eslóganes de campaña, su puesta en práctica no se había llevado a cabo hasta comienzos de este año, cuando en enero EE.UU. empezó a aplicar una subida arancelaria sobre la importación de paneles solares, en su mayoría importados desde China.

Sin embargo, es ahora cuando la política proteccionista comienza a mostrarse en todo su esplendor, después de que se hayan aprobado y aplicado los primeros paquetes arancelarios a nivel global.

¿Que son los aranceles?

Los aranceles son gravámenes impuestos al comercio, aplicados sobre la importación, la exportación o el tránsito de mercancías. Esta es una práctica histórica en lo relativo al comercio internacional, anterior incluso a las políticas de libre comercio.

En la actualidad, existen tres tipos fundamentales de aranceles:

 - Ad Valorem: se aplica una tasa sobre el porcentaje del valor del producto.

- Específicos: se aplica sobre la cantidad o el número de unidades comerciadas.

- Combinado: se aplica un arancel mixto compuesto por una tasa sobre el valor y  otra sobre la cantidad.

En términos políticos, los Estados tienen el incentivo de aplicar los aranceles a los bienes importados porque, a corto plazo, consiguen encarecer los productos extranjeros, favoreciendo que los consumidores adquieran bienes nacionales y beneficiando así a la propia industria.

En este sentido, la lógica política de Donald Trump encajaría en esta dinámica. Llevado a la práctica, el mandatario americano pretende que la subida de tasas al comercio tenga una repercusión positiva sobre la economía americana, ya que, por una parte, espera aumentar exponencialmente la recaudación del Estado, mientras que, indirectamente, se espera que aumenten los puestos de trabajo debido a la recuperación del sistema industrial y productivo del país. Esta necesidad resulta de la tendencia liberal mediante la cual las multinacionales han estado trasladándose a los países en desarrollo en busca de una aumento de la productividad y los beneficios corporativos, en detrimento del progreso socioeconómico del país de origen.

¿Qué se entiende por guerra comercial?

Como veíamos, en teoría, las políticas proteccionistas parecen una buena forma de reactivar y cohesionar las economías nacionales. Sin embargo, el problema de estas políticas reside en su carácter disruptor sobre las dinámicas comerciales liberales, al encarecer las exportaciones de los demás actores internacionales que participan en la red de comercio global. De esta manera, en un mundo cada vez más integrado, con cadenas de producción transnacionalizadas, en el que los actores internacionales han adquirido fuertes compromisos de reciprocidad en política comercial, es probable esperar respuestas por parte de terceros.

Así pues, la guerra comercial se inicia a partir del momento en el que las políticas proteccionistas de un país comienzan a afectar a sus socios comerciales, los cuales, ante la pérdida de una posición comercial ventajosa, deciden actuar con represalias del mismo tipo para equilibrar la balanza de poder internacional.

Como era de esperar, las reacciones a las políticas de Trump han acabado llegando. Tanto la Unión Europea como China han respondido a las amenazas del presidente de los EE.UU. Ambas naciones aprueban respectivamente medidas destinadas a gravar las importaciones de diversos productos estadounidenses.

Trump contra China, ¿un conflicto injustificado?

Desde el inicio de su campaña electoral, Donald Trump decidió cargar contra China como su principal enemigo político. El mandatario americano ha declarado en numerosas ocasiones que el déficit comercial de EE.UU. es el resultado de la política comercial China y su competencia desleal.

Según palabras del propio Donald Trump en una entrevista con Good Morning America, el 3 de noviembre de 2015: "China es un enemigo económico y se aprovechó de nosotros como nadie en la historia. Es el mayor ladrón del mundo. Se llevó nuestros empleos".

Pero, ¿Por qué es tan importante para EE.UU. resolver su déficit comercial?

Desde hace algunos años EE.UU. ha ido perdiendo su papel predominante en el mercado global, lo cual se debe a que compra mucho más de lo que vende al resto del mundo.

EE.UU. exporta un total aproximado de unos 130.000 millones de dólares anuales frente a los 500.000 millones que exporta China. EE.UU. está perdiendo capacidad comercial y es cada vez más dependiente de China, pero el balance comercial de China depende en gran medida de las exportaciones a EE.UU. Una baza que Trump pretende forzar para doblegar la fortaleza comercial del gigante asiático.

La guerra comercial, una realidad palpable

La guerra comercial ha traspasado los límites del conflicto bilateral entre EE.UU. y China. La entrada en vigor del primer paquete arancelario el día 1 de junio de 2018 ha supuesto la carga de aranceles sobre las importaciones de acero (en un 25%) y de aluminio (en un 10%) procedente de México, Canadá y la Unión Europea.

El mandatario americano ha trasgredido directamente los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), generando así un contexto de desconfianza y represalias sobre las dinámicas del comercio global.

Según palabras del Ministro de Comercio chino: "Estados Unidos ha lanzado la guerra comercial más grande de la historia, tras imponer este viernes aranceles del 25% sobre las importaciones chinas".

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En esta línea, el presidente Donald Trump se ha encargado de confirmar la imposición de los nuevos gravámenes y ha recordado que puede seguir aplicando aranceles adicionales a las importaciones chinas hasta alcanzar el medio billón de dólares. "Este viernes ha entrado en vigor una nueva batería de aranceles sobre unos 800 productos chinos, principalmente del sector tecnológico, valorados en 34 mil millones de dólares. Hay aranceles para otros 16 mil millones de dólares dentro de dos semanas, y después, como saben, tenemos en suspenso 200 mil millones de dólares más. Y después de esos 200 mil millones, tenemos otros 300 mil millones a la espera. ¿Ok? Así que tenemos 50 más 200, más otros 300", ha señalado el presidente a los periodistas que viajaban con él en el avión presidencial.

La respuesta de la sociedad internacional

El Consejo Nacional Chino ha confirmado la imposición de tasas del 21% a más de 100 empresas de EE.UU. Pekín contraataca sobre las comunidades rurales de los Estados Unidos. Su agricultura generó más de 19.000 millones en exportaciones hacia China en 2017, llegando a recaudar 12.360 millones en soja, 16.260 millones a partir de la venta de aviones comerciales, seguida por el sector automovilístico, con 10.500 millones.

Por su parte, los líderes europeos ya han advertido que no tendrán otra opción que responder con aranceles sobre alrededor de 3.500 millones de dólares en mercancías de Estados Unidos.

En su punto de mira estarían productos icónicos de la cultura estadounidense, como el bourbon de Kentucky, los pantalones vaqueros como Levi's o las motocicletas Harley-Davidson, que se llevan a cabo en los estados de los líderes republicanos del Congreso.

Las consecuencias del conflicto

Los principales afectados han sido los índices bursátiles. En concreto, los primeros en resentirse fueron los índices de Wall Street, especialmente el Nasdaq, cuyas empresas dependen de la fabricación china.

Durante las dos últimas semanas, el pesimismo generado por Wall Street ha motivado una serie de caídas generalizadas en las Bolsas europeas y asiáticas, llegando a sufrir especialmente las Bolsas de Japón y Shanghái. En Europa, los índices también se han visto influidos por el conflicto, principalmente debido a las caídas de la industria automovilística.

El ministerio de economía chino ya ha comenzado a devaluar su moneda como arma comercial. Por otro lado, no debemos olvidar que la deuda de EE.UU. está a merced de China, ya que es el mayor tenedor de bonos del tesoro norteamericano, con un total de 1.3 billones de dólares.

A parte de las empresas y los mercados, los consumidores también se verán afectados. Como ejemplo de ello, hay estimaciones que indican que Wal-Mart es responsable del 10% de las importaciones chinas. Por lo que, si se impusieran aranceles sobre esos productos, tendría que incrementar sus precios, lo que afectaría al consumidor directamente.

Un panorama poco alentador

La introducción de las políticas proteccionistas en el contexto socioeconómico global ha supuesto una de las mayores desestabilizaciones en las relaciones internacionales de las últimas décadas. Por el momento, los efectos de la guerra comercial están siendo perjudiciales para el desarrollo de la economía financiera global y, de mantenerse esta tendencia, todo apunta que las tensiones comerciales se intensificarán.

A raíz de estos sucesos, se confirma que las economías nacionales son más frágiles que nunca frente a las injerencias económicas internacionales, debido a su gran interdependencia.

De momento, lo más probable es que las relaciones diplomáticas sigan erosionándose rápidamente en todos los ámbitos de la cooperación global, generando más desconfianza y tensión en la esfera de la Sociedad Internacional.

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