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En la región situada en la zona oeste de Ucrania, en la frontera con Rusia, hay una guerra civil y se han autoproclamado independientes con el apoyo de Moscú. Más del 70 % del gas natural exportado por Rusia se dirige hacia Europa, habiendo subido el precio de este cerca de un 50 % .
Donbás, conflicto abierto
Donetsk y Lugansk son dos regiones situadas en la zona oeste de Ucrania, pero prorrusas. Allí hay una guerra civil latente entre los nacionalistas ucranianos y los separatistas prorrusos, un conflicto que lleva más de una década presente. Ambas provincias se han autoproclamado independientes de Ucrania y cuentan con el apoyo y la financiación de Moscú, que ha bloqueado el acceso por mar y ha dejado la zona en un absoluto caos.
La semana pasada, Putin dio un paso más y reconoció ambas regiones como estados independientes. Con la decisión, el mandatario ruso pone contra las cuerdas los Acuerdos de Minsk firmados en 2014 y 2015 para arreglar por la vía pacífica la guerra del este de Ucrania.
En la región de Donbás, conformada por Donetsk y Lugansk, los enfrentamientos entre nacionalistas y separatistas han sido constantes. En este lugar conviven revolucionarios, rebeldes, nacionalistas e infiltrados rusos, que cuentan con la ayuda de Moscú para desestabilizar a Ucrania.
Allí comenzó el Euromaidan, una rebelión popular que acabó con Viktor Yanukovich, presidente prorruso, derrocado. También en el Donbás había tenido lugar la revolución naranja, después de unas elecciones fraudulentas en las que Yanukovich había ganado a Yushenko, europeísta.
Las consecuencias económicas y sociales del conflicto: subida del precio del gas
Toda esta situación, se convierte en una falta de recursos energéticos, tanto para los habitantes de aquellas zonas, como para el resto de Europa, ya que muchos países se nutren del gas procedente de Rusia.
La consecuencia más inmediata de la invasión: un encarecimiento drástico de los precios del gas natural. Su coste se ha disparado más de un 50 %. La crisis mostró la vulnerabilidad de Europa después de años de avances limitados para completar una “unión energética”, una meta imaginada en 2015 para permitir que el gas y la electricidad fluyan a través de las fronteras mientras se diversifican los proveedores y se alcanzan los objetivos contra el cambio climático. A medida que las energías renovables como la solar y la eólica avanzan y el carbón y otros combustibles fósiles se eliminan gradualmente, Europa todavía necesita gas natural y depende de Rusia para obtenerlo.
Con reservas bajas de gas y la preocupación de que una guerra declarada pueda interrumpir los flujos de los gasoductos desde Rusia, la UE se centraba en obtener gas natural licuado, o GNL, por barco desde Estados Unidos, Qatar, Argelia y otros lugares hasta que las energías renovables satisfagan la demanda. Los ecologistas temen que la nueva prioridad a corto plazo haga retroceder los objetivos de Europa de alejarse de los combustibles fósiles. Si se duplicara la capacidad de las energías renovables se podría reducir la dependencia del gas ruso.
Moscú suministra en condiciones normales el 40 % del gas que importa la UE, aunque en las últimas semanas ha sufrido un recorte hasta llegar al 22 %, según Goldman Sachs. En este sentido, la Comisión estima probable que aumente la pobreza energética, que ya afectaba a más de 35 millones de personas en la UE en 2020.
Además, la guerra perjudica tanto a la Unión Europea como a Rusia. Más del 70 % del gas natural exportado por Rusia se dirige hacia Europa. Una interrupción total de las relaciones comerciales provocaría pérdidas diarias de entre 203 y 228 millones de dólares para Gazprom. Si la ruptura se prolongara hasta la primavera, las pérdidas para la economía rusa, muy dependiente de sus exportaciones de energía, se elevarían a los 20.000 millones de dólares.
Nada de esto se hace tan evidente como en NordStream 2: Gazprom tiene comprometidos más de 5.000 millones de dólares en el proyecto, de gran importancia estratégica para Rusia. Su cancelación ha supuesto hasta la fecha el mayor varapalo para el gobierno de Putin.
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