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Ginebra, 13 feb (EFE).- El paro mundial descendió en 2018 una décima, hasta el 5 %, y por primera vez en nueve años igualó la tasa anterior a la crisis financiera, según un estudio que publica hoy la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y que alerta sobre la persistencia de la precariedad y de la brecha de género.
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El informe sobre las "Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo" prevé que el desempleo siga descendiendo en 2019 hasta el 4,9 %, tasa que se mantendría en 2020.
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En cifras absolutas, teniendo en cuenta las incorporaciones al mercado laboral, significaría sin embargo un aumento del número de desempleados mundiales de los 172 millones de 2018 a 174 millones en 2020.
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La OIT, organización que en 2019 celebra su centenario, lamentó en el informe el hecho de que "sólo hizo falta un año para que la tasa de desempleo global saltara del 5 % de 2008 al 5,6 % en 2009, mientras que el regreso a los niveles anteriores a la crisis financiera global ha costado nada menos que nueve años".
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Además, "en muchos países se ha vivido un aumento de la cantidad de puestos de trabajo pero no un aumento de la calidad", dijo a Efe el director de investigación de la OIT, Damian Grimshaw.
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Por sexos, los índices de desempleo son mayores en mujeres (5,4 %) que en hombres (4,7 %), y el porcentaje sigue siendo notablemente alto en los jóvenes de entre el 15 y 24 años, donde alcanza el 11,8 % a nivel mundial.
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El documento subraya que la brecha de género se mantiene, como se refleja en el hecho de que tres de cada cinco trabajadores en el planeta son hombres y sólo un 48 % de mujeres en edad de trabajar lo hacen frente a un 75 % de hombres.
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"Tras un periodo de rápida mejora que duró hasta 2003, el progreso posterior en reducir la brecha de género se ha estancado", subraya la OIT, que señala a los países árabes, los del norte de África y el sur de Asia (India y naciones vecinas) como aquellos donde este problema es mayor.
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La OIT también alerta sobre el mantenimiento de las malas condiciones de trabajo, dado que 2.000 de los 3.300 millones de trabajadores mundiales se dedican a la economía informal y en general carecen de seguridad económica, por lo que "tener trabajo no siempre es garantía de una vida digna".
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"Muchos trabajadores se ven abocados a aceptar empleos poco atractivos que tienden a ser informales y caracterizados por un sueldo bajo y un acceso limitado o nulo a la protección social", añade.
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En 2018 más de la cuarta parte (700 millones) de los trabajadores en países de renta media o baja vivían en la pobreza, aunque la OIT subraya que hace 25 años la cifra era de 1.300 millones y se espera que hacia 2023 baje a 645 millones.
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La OIT vuelve a sonar la voz de alarma sobre la situación de los jóvenes, no sólo por el elevado desempleo sino por la pobre expectativa para un 20 % del colectivo de entre 15 y 24 años que no estudia ni trabaja.
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La reducción del papel de los trabajadores jóvenes en el mercado laboral "se debe a factores que en algunos casos son positivos, como la mayor incorporación a la educación o el aumento de la esperanza de vida", pero "plantea nuevos retos en la organización del trabajo", analiza la OIT.
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El director general de la OIT, Guy Ryder, recomienda en el informe tener en cuenta los cambios del mercado laboral mundial con la llegada de factores como la inteligencia artificial o la robotización, y para afrontarlo pide asumir "una agenda del futuro del trabajo centrada en el ser humano".
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Por otro lado, la OIT recuerda que todavía trabajan, contraviniendo las leyes internacionales de protección a la infancia, 114 millones de niños de entre 5 y 15 años, según datos de 2016.
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Aunque esa cifra se reduce año tras año, no lo hace al ritmo suficiente como para lograr el objetivo de Naciones Unidas de eliminar completamente la explotación infantil antes de 2025.
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