Las hembras de oso pardo buscan sus 'madrigueras' para evitar infanticidios

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09/03/2024 - 10:00
Hembra de oso pardo y su cría en Asturias

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Las hembras de oso pardo eligen oseras cercanas a su área de apareamiento cuando están preñadas para reducir el riesgo de infanticidio, que se produce cuando los machos matan a crías de su misma especie mientras la hembra sale de la guarida con la cría en la primavera del año siguiente.

Esa es la conclusión principal de un grupo internacional de 11 investigadores pertenecientes a instituciones de Eslovaquia, España, Finlandia, Reino Unido o Rumanía, y publicado en la revista ‘Animal Behaviour’.

Entre los autores están Vincenzo Penteriani y Alejandra Zarzo, del Museo Nacional de ciencias Naturales (MNCN-CSIC), Javier Balbontín, de la Universidad de Sevilla, y María del Mar Delgado, de la Universidad de Oviedo.

El comportamiento de las hembras de oso pardo busca prevenir infanticidios de sus crías a manos de los machos

Ese hallazgo es importante para la conservación del oso pardo (‘Ursus arctos’), ya que la caza de los machos residentes en estas áreas y el abandono de las oseras por parte de las hembras ante la amenaza humana pueden afectar a la supervivencia de las crías.

“Una de las principales causas de mortalidad de las crías en los carnívoros es el infanticidio. Por ello, este fenómeno tiene mucha influencia en su comportamiento”, indica Penteriani.

Este investigador añade: “En el caso de las hembras de oso pardo, una de las estrategias evolutivas que han desarrollado para reducir el riesgo de infanticidio es copular con distintos machos, ya que aumenta las posibilidades de que, al cruzarse con uno de ellos, sea el padre de sus crías”.

“Sin embargo, para que esto realmente funcione es necesario que tanto las hembras como los machos de oso pardo se encuentren cerca al año siguiente, cuando la hembra salga de la osera con la cría, y esto es precisamente lo que quisimos comprobar en el estudio”, añade.

En la investigación se recogieron datos vía GPS de 43 osos marcados (25 machos y 18 hembras) procedentes de poblaciones de Eslovaquia, Rumanía y Finlandia.

En el caso de las hembras, se analizaron el área que frecuentan durante la época de apareamiento, la localización de la cueva en la que dan a luz a las crías y la zona que frecuentan tras el nacimiento, época en la que el riesgo de infanticidio es mayor. En el caso de los machos, se observaron el área que frecuentan durante la época de apareamiento y la fidelidad a esta área al año siguiente.

“Los resultados confirman que las hembras de oso pardo con crías escogen permanecer en el área donde se aparearon y que los machos se mantienen en ellas durante el año siguiente a la cópula”, indica Alejandra Zarzo.

La investigación aporta datos vitales para la conservación de la especie

Esta investigadora indica que “esto tiene importantes implicaciones de cara a la conservación de esta especie”. “Por un lado, si la presencia humana molesta a las hembras al salir de la osera con las crías, pueden llegar a abandonar la zona, incrementando el riesgo de encontrarse con un macho que no es el padre de estas crías”, recalca.

“Por ello, es necesario establecer medidas para proteger las zonas de celo y las áreas cercanas a las oseras impidiendo la entrada de turistas, fotógrafos y otras perturbaciones humanas, que hacen que estas hembras puedan tomar la decisión de moverse a otra área porque se sientan inseguras”, subraya.

Zarzo destaca que “este punto es muy importante en el caso de las poblaciones de oso pardo la Cordillera Cantábrica, ya que cada año hay hembras que se alejan de las oseras por personas que se acercan demasiado a ellas”.

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