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Washington, 3 ene (EFE).- Republicanos y demócratas comenzaron hoy a limar asperezas y retomaron las negociaciones con la esperanza de alcanzar un acuerdo presupuestario que hasta la fecha se antojaba casi imposible y que permitiría evitar el cierre de un Gobierno que en estos momentos opera gracias a una prórroga temporal.
A pesar de las diferencias entre ambas partes, parece evidente que las dos formaciones quieren evitar el esperpento que supondría el cierre del Gobierno federal el próximo 19 de enero en caso de que no se alcance un acuerdo definitivo.
Por este motivo, los líderes de ambos partidos en el Congreso mantuvieron hoy una reunión, a la que asistieron representantes de la Casa Blanca, con la esperanza de comenzar a acercar unas posturas que, desde hace meses, se antojan insalvables.
Después de la reunión, la líder de la minoría demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, compartió a través de las redes sociales un comunicado en el que calificaba el encuentro de "positivo y productivo".
Estas palabras contrastan sobremanera con lo sucedido el pasado 28 de noviembre, cuando ambas partes tenían previsto mantener una reunión en la Casa Blanca para tratar sobre el presupuesto y que fue finalmente cancelada después de que el presidente Donald Trump declarara poco antes que no veía posible alcanzar un acuerdo.
"Hoy me reúno con 'Chuck (Schumer) y Nancy' para mantener el Gobierno abierto y operativo. El problema es que ellos quieren inmigrantes ilegales inundando nuestro país sin control, son débiles en (materia de) criminalidad y quieren SUBIR los impuestos sustancialmente. ¡No veo un acuerdo!", escribió entonces Trump en su cuenta de Twitter.
Con el presidente fuera de la foto, aunque con representantes de la Casa Blanca presentes en la reunión, hoy los líderes republicanos en el Senado, Mitch McConnell, y en la Cámara Baja, Paul Ryan, y sus homólogos demócratas, el senador Chuck Schumer y la propia Pelosi, parecen haber logrado algún avance que invitaría al optimismo.
Cabe decir que, a pesar de las buenas palabras de hoy, las posturas de ambas partes parecen irreconciliables toda vez que la inmigración, un asunto en el que republicanos y demócratas difieren radicalmente, se ha vuelto una piedra angular de toda la negociación.
Los demócratas insisten en que sólo apoyarían el nuevo presupuesto en caso de que se encuentre una solución definitiva a los 690.000 jóvenes indocumentados conocidos como "dreamers" o "soñadores" que estaban protegidos por el programa DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia).
Trump anunció en septiembre pasado el fin de ese programa impulsado por el expresidente Barack Obama en 2012 y que protegía de la deportación a esos jóvenes, pero dio al Congreso hasta el próximo 5 de marzo para que solucionara su situación.
Por su lado, Trump ha vinculado cualquier solución para los "soñadores" a una ampliación de la partida presupuestaria destinada a combatir la inmigración ilegal y a financiar su gran promesa electoral: un muro fronterizo entre México y Estados Unidos, para el cual el multimillonario no ha logrado los fondos necesarios.
"Sigue siendo importante que los miembros del Congreso no retengan fondos para nuestras tropas ni para nuestra política migratoria. Hemos sido claros sobre estas prioridades presupuestarias desde el principio", recalcó la Casa Blanca en un comunicado conjunto emitido junto a los líderes republicanos.
Para complicar aún más las cosas, en los últimos días el Gobierno viene insistiendo en la necesidad de que el acuerdo sea para dos años.
"Es importante que alcancemos un acuerdo de dos años que nos permita financiar a nuestras tropas y que sustente nuestra seguridad nacional, así como otras funciones críticas del Gobierno Federal", agregó la declaración conjunta.
Este nuevo elemento en la negociación supone introducir un nuevo punto a discutir en unas negociaciones ya de por sí complicadas en un momento en que la amenaza de cierre gubernamental comienza a ser inminente.
Todo hace indicar que, tras anotarse su primera victoria legislativa con la recién aprobada reforma fiscal, Trump persigue ahora una cada vez más ambiciosa agenda.
Está por ver si podrá comenzar 2018 tal y como cerró 2017, anotándose una gran victoria en el Congreso.
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