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Más de 2.000 millones de personas viven en países bajo estrés hídrico y alrededor de 3.600 millones de ciudadanos se enfrentan a un acceso inadecuado al agua al menos un mes al año, mientras aumentan peligros relacionados con ese recurso, como las inundaciones y las sequías, problemas que aumentarán por el cambio climático.
Estas consideraciones aparecen en el ‘Informe sobre el estado de los servicios climáticos en 2021: agua’, liderado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) con aportaciones de más de una veintena de instituciones, entre agencias de la ONU, organismos internacionales, universidades y gobiernos.
Garantizar el acceso al agua está entre los principales desafíos de nuestro tiempo
En los últimos 20 años, la suma de toda el agua que se encuentra sobre la superficie terrestre y debajo de ésta, con inclusión de la humedad del suelo, la nieve y el hielo se han reducido a un ritmo de un centímetro al año.
Las mayores pérdidas se están produciendo en la Antártida y en Groenlandia. No obstante, muchos lugares con alta densidad de población en latitudes más bajas están registrando pérdidas considerables de agua en zonas que, tradicionalmente, han sido fuentes de abastecimiento, lo que trae aparejadas importantes consecuencias para la seguridad hídrica.
Tener agua es esencial, pero no basta. Precisamos que llegue a quien la necesita. Estamos acostumbrados a que cuando tenemos sed, abrimos el grifo y bebemos. Algo que a nosotros nos parece tan simple es muy complicado o imposible para millones de personas en el mundo. El acceso al agua potable es fundamental para la protección de la salud y la supervivencia.
En algunos países, las personas recorren varios kilómetros para beber y, en ocasiones, ponen su vida en peligro cuando se encuentran en zonas de conflicto.
Solo un 0,5 % de los recursos hídricos del planeta es agua dulce disponible y aprovechable
Además, la frecuencia de los peligros hidrológicos ha aumentado en las dos últimas décadas. Desde el año 2000 se ha observado un incremento del 134 % de los desastres relacionados con las crecidas en comparación con los dos decenios anteriores. La mayoría de las muertes y pérdidas económicas debidas a las crecidas se registraron en Asia, donde los expertos creen preciso fortalecer los sistemas de aviso de crecidas fluviales de extremo a extremo.
El número de sequías y su duración también aumentaron en un 29 % durante este mismo período. La mayoría de las muertes relacionadas con las sequías ocurrieron en África, lo que pone de relieve la necesidad de reforzar los sistemas de aviso de sequías de extremo a extremo en esa región.
Según el informe, la gestión integrada de los recursos hídricos es esencial para alcanzar el bienestar social, económico y medioambiental a largo plazo. Sin embargo, a pesar de los avances logrados, 107 países siguen estando lejos de cumplir el objetivo de gestión sostenible de sus recursos hídricos, a más tardar, en 2030.
En términos generales, el mundo se encuentra considerablemente atrasado en lo que respecta a la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 6. En 2020, 3.600 millones de personas carecían de un servicio de saneamiento gestionado de forma segura, 2.300 millones no disponían de servicios básicos de higiene y más de 2.000 millones vivían en países que padecían estrés hídrico, sin acceso a agua potable.
La buena noticia es que los países están decididos a mejorar la situación. Para reducir los desastres relacionados con este bien de primera necesidad y apoyar la gestión de los recursos hídricos, el informe indica que se necesitan servicios climáticos para el agua y sistemas de alerta temprana de extremo a extremo, así como inversiones sostenibles. Estos servicios aún no son adecuados.
Aproximadamente el 60 % de los servicios meteorológicos e hidrológicos nacionales carece de las capacidades necesarias para prestar servicios climáticos en materia de agua.
Los niños son las mayores víctimas
Cuando los pozos se secan, los niños son los que faltan a la escuela para ir a buscar agua. Cuando las sequías disminuyen el suministro de alimentos, los niños sufren desnutrición y retraso en el crecimiento. Cuando hay inundaciones, los niños contraen enfermedades. Y cuando los recursos hídricos disminuyen, los niños no pueden lavarse las manos para combatir las enfermedades.
Se necesita una respuesta internacional global frente a este problema, como la ha habido frente al sida, por ejemplo.
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