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Brochetas de grillos o piruletas de escorpión son solo algunos de los productos exóticos que ya se empiezan a encontrar en establecimientos de grandes ciudades como Barcelona con más asiduidad. También en restaurantes con estrella Michelin los insectos comestibles se van incorporando en platos de la carta. Además, algunas empresas han introducido productos con insectos en algunas grandes superficies.
El hecho es que hay 1 millón de especies de insectos, que representan el 80 % del reino animal, y 2.000 de estas son consumidas por millones de personas en todo el mundo. Los expertos estiman que estos ‘bichos’, gracias a sus efectos nutritivos, se pueden convertir también en un instrumento para combatir el cambio climático en el tránsito hacia un sistema alimentario más sostenible.
El consumo y la cría de insectos en Europa ya es una realidad
Así lo expusieron recientemente en una conferencia en el Colegio de Economistas de Cataluña sobre alimentación saludable y sostenible Anna Bach, profesora del Área de Nutrición de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), y Marta Ros, dietista y doctoranda, que presentó los resultados preliminares de su tesis sobre la proteína de insecto como proteína alternativa.
Las especies de insectos son consideradas de origen animal, como la carne, el pez y los huevos, que proporcionan proteínas, grasas y nutrientes muy valiosos. Aun así, solo se han creado algunas especies de insectos para el consumo, si bien en algunos países, como los asiáticos, el consumo de insectos es un comportamiento dietético con una larga historia; en China, por ejemplo, su consumo se remonta a 2.000 años atrás. También se comen en otros lugares de África, Centro y Sudamérica, México o Australia. La cría de insectos para el consumo humano "parece dar beneficios muy interesantes", apunta Ros.
Granjas de insectos para anticiparse al futuro
En cuanto al medio ambiente, la cría de insectos para el consumo humano tiene el valor añadido de contribuir a la reducción de la contaminación, una disminución en la emisión de los gases de efecto invernadero y un requerimiento inferior de agua.
Por esta razón la cría de insectos para el consumo humano deja una huella ecológica menor, sobre todo en comparación con la ganadería convencional.
Los principales obstáculos de una granja de insectos occidental son la aceptabilidad y su seguridad alimentaria. Sin embargo, la sostenibilidad y salud del planeta está en riesgo, por eso debemos hacer algo al respecto cuanto antes.
Numerosas entidades han advertido ya que la población mundial se verá obligada a cambiar sus hábitos alimenticios porque la producción que llevan a cabo las explotaciones ganaderas actuales es insostenible a largo plazo. El déficit de recursos y materias primas será cada vez más notable y el cambio climático ya acecha en el horizonte. Y la solución a este problema podría encontrarse en los ‘bichos’. La propia ONU lanzó un informe en 2013 en el que recomendaba a los países occidentales incorporarlos como alimento por sus enormes beneficios a nivel nutricional, económico y de sostenibilidad medioambiental.
Hay cinco tipos de insectos que se pueden vender actualmente en el mercado como alimentación animal:
Grillos, moscas, cucarachas y dos especies de gusano, conocidos como el gusano rey y el gusano de la harina.
Según los estudios mencionados por Ros, de los insectos se puede aprovechar más que de otros animales. Se puede comer un 80 % del cuerpo de los grillos, en comparación con un 55 % de las aves y un 40 % de los cerdos y la ternera.
Otro indicador que juega a su favor es la conocida como feed conversion ratio, que es la cantidad de kilos de alimento necesarios para obtener el peso del animal. "Los insectos son de sangre fría —explica Ros— y no tienen que metabolizar los alimentos para mantener su temperatura corporal, a diferencia de otras especies; esto hace que sean muy eficaces en su producción como alimento".
El agua necesaria para producir el producto también es inferior; igualmente, generan menos gases de efecto invernadero, y la ocupación de espacio en granjas es, al mismo tiempo, menor. De hecho, hay empresas que están desarrollando granjas de insectos que se pueden tener en casa.
Los insectos están regulados en Europa desde el 2015 como alimentos nuevos
En 2020 un informe internacional concluyó favorablemente sobre su valoración nutricional. En lo que se refiere a la toxicidad, estos animalitos no representan ningún problema para la seguridad, si bien se pueden producir reacciones alérgicas, como pasa con los crustáceos y los ácaros del polvo.
Desde la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) también se ha establecido que los insectos forman parte de la vida de más de un millón de personas en el mundo. "La cría de insectos es una industria creciente en Europa, puesto que nuestros hábitos dietéticos están cambiando rápidamente y la voluntad del consumidor es probar cosas nuevas; por lo tanto, aumenta su consumo, no tienen la poca aceptabilidad de generaciones anteriores", destaca Ros.
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