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Buenos Aires, 1 ene (EFE).- La economía argentina mantendrá previsiblemente en el año que comienza hoy un crecimiento que ya logró encauzar en 2017, aunque el 2018 pondrá a prueba al Gobierno de Mauricio Macri y su programa de reformas y ajustes, a la espera de su impacto en la inflación, el déficit fiscal y las inversiones.
Tras haber cerrado 2016, el primer año de gobierno de Macri, con una caída del PIB del 2,3 %, el año pasado la economía creció un 3 %, un resultado positivo que según las cifras del Ejecutivo se acentuaría en 2018 hasta el 3,5 %, un escenario optimista que otros organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) rebajan hasta un avance del 2,5 %.
No obstante, para Ramiro Castiñeira, director de la consultora Econométrica, el crecimiento con el que Argentina cerró el pasado ejercicio "no es un gran avance, sabiendo que hace seis años que no crece y que el mundo lo hace al 3 %", y cree que la evolución del PIB este año será también moderada.
La inflación terminó 2016 cerca del 40 % y hasta noviembre de 2017 acumuló un alza del 21 %; y las metas del Banco Central, que buscaban un avance de los precios para 2018 del 10 %, fueron revisadas al alza la semana pasada hasta el 15 %, una cifra que los expertos consultados por Efe elevan incluso a en torno al 20 %.
Como recordó Castiñeira, "el déficit fiscal es tan grande que el Gobierno necesita financiar parte con monetización", es decir, compensar el desajuste entre ingresos y gastos con emisión de moneda, una medida que dispara la inflación.
Por otra parte, desde la Casa Rosada se encuentran con la diatriba de que, si mantienen la dureza actual en política monetaria, con tipos de interés muy elevados, se pone en riesgo el crecimiento, precisamente lo que ha llevado al Gobierno a cambiar las metas de inflación para no exigir demasiado a la acción del Banco Central.
Tras dos años en los que los ajustes fueron más bien limitados, y en los que Argentina recurrió al endeudamiento -y en buena parte en dólares- de manera continuada, muchas de las incógnitas están puestas en los esfuerzos de Macri por contener el déficit, ya que, como señaló el economista Pablo Tigani, "cuando un país aumenta la deuda como Argentina lo hizo, no está en el buen camino".
Con el impulso obtenido por el oficialismo en las recientes elecciones de medio término, el Congreso aprobó en diciembre una modificación del sistema de pensiones con la que pretende ahorrar en gasto público, aunque para ello Macri tuvo que negociar más fondos para las provincias y la reforma generó fuertes disturbios, dejando claro que el ajuste no va a ser nada fácil.
Junto a la revisión de las pensiones, el grueso de las reformas previstas para este mandato tienen lugar al calor de la victoria electoral de octubre, ya que la semana pasada se aprobó una nueva ley tributaria que rebaja los impuestos a las empresas, y se espera para el primer trimestre de este año una reforma laboral con la que el Ejecutivo busca hacer más competitivo el mercado laboral argentino.
Tanto el relajamiento de la presión fiscal a las empresas como de la protección de los trabajadores, ambas actualmente entre las más altas de la región, tienen como objetivo hacer más atractivo al país austral para la llegada de inversiones, en las que Macri tiene puestas buena parte de sus esperanzas para el éxito del modelo que está implementando.
Pero por el momento la inversión es local y no extranjera, explicó Ramiro Castiñeira, que aunque cree que la inversión crecerá este año cerca del 12 % esperado por el Gobierno, apostilló que el peso de las inversiones en la economía se mantendrá todavía en niveles "realmente bajos", un problema que Argentina arrastra desde antes de la llegada de Macri a la Casa Rosada.
En ese contexto, ninguno de los analistas es optimista con la creación de empleo en 2018: mientras que el director de Econométrica preveía un aumento "bastante moderado", Pablo Tigani vaticinó que Macri podría darse por satisfecho si, en el escenario de ajuste, se mantuviesen los niveles actuales.
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