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Probablemente el hambre sea una de las primeras necesidades básicas, como la de la sed, para el ser humano. Hemos aprendido a dialogar con nuestro cuerpo y a entender muchas de sus señales casi de forma instintiva. Nuestro sistema digestivo es uno de los más complejos que tenemos y con el que más diálogo compartimos. Se encarga de funciones tan importantes como la regulación del sueño, alimentar a las células de nuestro cuerpo e incluso de nuestras emociones.
Los últimos estudios acerca de este sistema, se han centrado especialmente en la microbiota digestiva y el papel que esta juega en diversos procesos de regulación hormonal o incluso en la segregación de neurotransmisores. Muchas veces no prestamos atención a todo lo que ocurre en nuestro estómago y lo cierto es que en la mayoría de los casos incluso lo maltratamos con mala alimentación o sobrecargándolo de trabajo. Pero, ¿Cómo se comunica con nosotros?
El "rugido" del hambre y otras formas en la que nuestro estómago nos habla
Todos conocemos el característico rugido de nuestro estómago cuando tenemos hambre. Estos sonidos se generan de forma natural y se conocen como borborigmos. Estos sonidos son producidos por los movimientos y contracciones del tracto gastrointestinal, especialmente en el intestino delgado y el intestino grueso. Cuando tenemos hambre, el estomago está vacío y las contracciones musculares en el tracto gastrointestinal aumentan para mover el aire y los líquidos a través de todo el sistema digestivo.
Estas contracciones y movimientos, conocidas como "peristaltismo", son los que generar esos sonidos de cuando tenemos hambre. De esta misma forma, el peristaltismo también genera otros ruidos, como los que a veces escuchamos cuando hemos comido, ya que mueve los gases y los líquidos que se han ido generando por la ingesta de alimentos. Estos ruidos pueden variar de intensidad e incluso de frecuencia dependiendo de la persona y por supuesto también de lo que se haya comido y la cantidad.
Pero más allá del hambre, también hay otros aspectos que pueden hacer que nuestro estómago emita sonidos o nos mande señales. Algunos ruidos pueden deberse a malas digestiones, intoxicaciones o incluso avisarnos de un problema grave de salud. Por otro lado, también existen otro tipo de lenguajes, como las famosas mariposas en el estómago que decimos sentir cuando estamos enamorados, aunque lo cierto es que se trata de nervios.
Nuestro segundo cerebro
El sistema digestivo está cargado de terminaciones nerviosas, por lo que acaba convirtiéndose en un estupendo espejo de nuestras emociones. Tanto es así que muchos trastornos de ansiedad o depresión pueden llegar a diagnosticarse a través de problemas digestivos, o aparecer como síntomas colaterales.
También podemos introducir en este punto los trastornos alimenticios, como el hambre emocional, que son una muestra clara de que nuestro estómago no solo sirve para digerir alimentos, sino que también es considerado como nuestro segundo cerebro, el emocional.
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