Evo Morales cumple doce años de Gobierno con un auge no siempre sinónimo de desarrollo

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20/01/2018 - 19:00
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La Paz, 20 ene (EFE).- Evo Morales cumple doce años en el poder en los que la economía de Bolivia ha llegado a crecer a casi el 7 %, pero en el país se cuestiona si esta bonanza ha ido acompañada de un auténtico desarrollo sostenible por mucho tiempo.

El mandatario boliviano celebra el próximo lunes el duodécimo aniversario de su llegada a la Presidencia, con un discurso recurrente de que su país es el que más crece en Suramérica.

Sin embargo, la economía boliviana aún depende de la venta de sus materias primas al exterior y no termina de dar el salto hacia la industrialización de los recursos naturales prometida por Morales en la campaña electoral de 2005 que le llevó al poder.

Una de las ofertas de Morales fue la nacionalización del gas natural, el principal producto de exportación de Bolivia, promesa que cumplió en su primer año de Gobierno y generó en una década 31.500 millones de dólares de ingresos para el Estado.

Las autoridades bolivianas siempre han defendido que el modelo puesto en marcha por el Gobierno de Morales en 2006 se basa en la nacionalización de los recursos naturales, una mayor participación del Estado en la economía, la redistribución del ingreso mediante bonos sociales y una fuerte inversión pública.

Según el Ejecutivo, este modelo hizo posible que el crecimiento económico del país alcanzara niveles históricos al menos en la primera década de la Presidencia de Morales, destacando el 6,1 % logrado en 2008 y el 6,8 % de 2013.

No obstante, expertos en economía han advertido de que la bonanza económica registrada entre 2006 y 2013 se debió a un contexto internacional de precios altos de las materias primas y no precisamente a una buena administración estatal.

Así, tras un quinquenio en el que el producto interior bruto (PIB) estuvo por encima del 5 %, el crecimiento bajó a 4,8 % en 2015 y a 4,3 % en 2016, en un contexto de precios bajos del petróleo y gas.

Para 2017, el cálculo inicial era de 4,8 %, pero es probable que se quede en el 4 %.

En declaraciones a Efe, el economista Alfredo Seoane atribuyó el crecimiento de los ingresos por exportaciones a los descubrimientos de reservas de gas y a los contratos firmados con Brasil y Argentina para la venta del hidrocarburo previos al Gobierno de Morales.

Estos hechos, sumados a los precios elevados en los mercados internacionales, generaron una bonanza que, no obstante, no estuvo acompañada por una estrategia o una "visión para utilizar esos recursos".

Para Seoane, "lo que se expandió fue el gasto público" orientado a "cosas que no tienen un retorno visible", por lo que consideró que "se despilfarró la bonanza" y fue una "oportunidad perdida" para que el país logre un desarrollo verdadero.

El experto aclaró que crecimiento y desarrollo no son lo mismo, y que lo que hubo en el país fue lo primero, logrando incluso que sectores empobrecidos pasen a la clase media.

"Sin embargo, como no hubo las transformaciones urgentes que conceptualizan el desarrollo, el país puede entrar en una situación donde esas porciones de la población que lograron mejorar sus ingresos vuelvan a situaciones de pobreza", advirtió.

En un análisis difundido en las redes sociales, el economista Gonzalo Chávez sostuvo que la gestión de Morales "han sido doce años de un modelo populista, fuertemente distribucionista por encima de lo que debería ser la productividad, el crecimiento y la diversificación" de la economía.

"Han sido doce años de una bonanza mal aprovechada y que ha servido para inflar una burbuja de consumo, para confundir riqueza de consumo con desarrollo productivo", señaló.

Según Chávez, con la caída de precios experimentada en los últimos años la economía boliviana no dejó de crecer, pero sí bajó su ritmo de crecimiento.

Agregó que el Gobierno tuvo sin darse cuenta unos "gemelos" que se "retroalimentan", que son el déficit público y el comercial.

Como el Gobierno ha perdido el "oxígeno" que le daba la coyuntura positiva externa, prendió "el motor interno de la economía" a partir especialmente del consumo y la inversión pública, sostuvo.

Pero ese consumo es "superfluo" y la inversión "poco productiva", apuntó.

Es decir, que se inyectó dinero a la economía, pero aumentando el gasto y el endeudamiento, añadió.

Ambos expertos coincidieron en la importancia de ser austeros y reorientar la inversión pública hacia áreas como salud, educación, o a proyectos productivos que generen empleos y supongan el retorno de ingresos para el Estado.

No obstante, consideraron que esto no sucederá, pues 2018 se pinta como un año preelectoral en el que el Gobierno no se medirá en gastos intentando ganar votantes para los comicios de 2019.

Por su parte, el Gobierno confía en que este año será mejor y el país se mantendrá como líder en crecimiento económico en Suramérica.

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