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Como dice el dicho: 'Lo que deprisa se hace, despacio se llora', y es que en un mundo cada día más acostumbrado a la inmediatez, la fast food llena los estómagos de millones de personas cada día mientas la deforestación, la pérdida de la biodiversidad, la contaminación, o la escasez hídrica son unos de los pocos elementos de la lista de impactos negativos al planeta que se esconden detrás de este tipo de comida.
Cada uno decide lo que quiere comer, pero cada decisión individual puede afectar al conjunto de la sociedad. Resulta fácil caer en la tentación. Los restaurantes y establecimientos que sirven este tipo de comida se han adueñado de nuestras calles. Lo cierto es que nos seducen con sus suculentos platos que tan bien quedan en una fotografía o que pueden comprarse a precios muy bajos y a la hora que sea. Pero nada de esto es una buena noticia, ni para nuestra salud ni para la salud del planeta.
La fast food, un problema de grandes dimensiones y de alcance global
La proliferación de la comida rápida ha llegado a tal punto que es ya una de las principales responsables de la destrucción del medio ambiente de nuestras ciudades.
La industria de la fast food tiene un enorme impacto sobre el medio ambiente, tanto por su vinculación con la ganadería industrial como por la gran cantidad de envoltorios de plástico y cartón de un solo uso que genera.
El desarrollo de esta actividad está detrás de la destrucción de miles de hectáreas de bosque y selva y de los grandes incendios forestales provocados, como los de la Amazonía brasileña. El ganado necesita grandes extensiones de pasto y tierras en las que cultivar cereales para su alimentación. El humo de estos incendios y la tala de árboles contribuyen, además, a agravar el problema del calentamiento planetario.
¿Sabías que producir una hamburguesa requiere 2.400 litros de agua y genera 2,5kg de gases de efecto invernadero a la atmósfera? Todo esto si la consumimos en casa, pero si lo hacemos en un local entra el juego el transporte que utilizamos a llegar hasta allí, los embalajes que utilizan en el local para servir esa comida, e incluso el gasto de luz y electricidad de dicho local.
La gran mayoría de los alimentos que se usan para la industria del fast food son de origen animal: carne, lácteos y huevos
La invasión de espacios naturales para usos agrarios y ganaderos, el cultivo de una misma planta o árbol en grandes hectáreas de superficie (monocultivo) y el uso de productos químicos para el cultivo de la tierra están acabando con la biodiversidad de nuestro planeta. Un millón de especies, de un total de ocho millones, están en peligro de extinción e incluso se habla del sexto proceso de extinción masiva en la historia del planeta.
Por otro lado, la crisis sanitaria del coronavirus SARS-CoV-2 no es más que la consecuencia de la intromisión del ser humano en la naturaleza. Se estima que más del 70 % de las enfermedades humanas han sido transmitidas por especies salvajes en los últimos cuarenta años.
Los productos químicos usados en el cultivo de la tierra pueden contaminar el agua de los ríos y/o subterránea. Además, muchas veces, la utilización de esta agua para la irrigación de los cultivos entra en conflicto con las necesidades hídricas de las comunidades locales. Por otro lado, las zonas deforestadas son proclives a inundaciones y a épocas de grandes sequías.
Más emisiones de gases de efecto invernadero
Como toda actividad económica, la agricultura y la ganadería no están exentas de emisiones de gases de efecto invernadero. Es más, estas emisiones son muy superiores si se apuesta por la ganadería industrial y por la producción de alimentos en países lejanos, como hace el fast food. El conjunto del sistema alimentario mundial es responsable de más de una tercera parte de las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano, según un informe de Nature Food 2021.
Y por si esto fuera poco, la fast food está pensada para que todo sea rápido, también la vida de los envases, cubiertos, vasos, servilletas… Al ser comida para llevar, lo que acompaña a los alimentos son productos de un solo uso, por lo que se acaba generando una gran cantidad de residuos en una única comida.
Los jóvenes españoles están más preocupados por el medio ambiente que la media europea, sin embargo son los que más comida rápida consumen
Somos una generación muy consumista, compramos compulsivamente sin saber si realmente necesitamos lo que llevamos o qué consecuencias puede tener en el medio ambiente. Si te paras a pensar desde un punto de vista ambiental, todo eso corresponde a miles de toneladas de emisiones de carbono al medio ambiente. Todo lo que consumimos, en especial lo que pasa por fábricas, trae consigo un coste oculto que pagan los bosques, océanos y flora y fauna del mundo.
Pero nunca es tarde para cambiar. Un informe publicado por la revista británica, The Lancet, recomienda una dieta de productos vegetales en la que debes limitar el consumo de productos de origen animal ya que esto crea un efecto de bola de nieve. Si consumimos menos estos bienes, los gases que suelen emitirse se reducen, ayudando a frenar el cambio climático. Sucesivamente, esto podría hacer que aumente la tierra para alimentar una población mundial creciente.
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