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A lo largo de nuestras vidas, las personas experimentamos una gran cantidad de situaciones que nos ponen a prueba. Algunas de estas experiencias se convierten en recuerdos, mientras que otras nos enseñan algo que cambia nuestra forma de pensar o actuar.
Sin embargo, cómo nuestro cerebro decide qué información retener y qué descartar sigue siendo un misterio. Aunque la neurociencia ha avanzado en el entendimiento de este proceso, aún quedan muchas preguntas sin respuesta.
¿Nuestro cerebro puede llenarse de información hasta un punto máximo?
Una de las grandes dudas es si el cerebro podría llegar a "llenarse" de información, como sucede con los discos duros de las computadoras. En este caso, una vez lleno el disco, el ordenador deja de funcionar correctamente.
Sin embargo, el cerebro es mucho más complejo que una máquina. La forma en que procesa y organiza la información es única, lo que lo diferencia de los sistemas artificiales.
En el corazón de la memoria y el aprendizaje está la plasticidad neuronal, que es la capacidad de las neuronas para formar nuevas conexiones entre sí. Estas conexiones son posibles gracias a los axones, que transportan neurotransmisores, las moléculas encargadas de transmitir las señales entre las neuronas.
A pesar de que se habla de un "cableado neuronal", las neuronas no se tocan entre sí; en lugar de eso, se comunican a través de pequeñas brechas llamadas sinapsis. Aquí es donde ocurre el intercambio de información, con una neurona enviando una señal y otra recibiéndola.
Neuronas que trabajan para recordar
Este proceso de recordar no es tan simple como una conexión entre dos neuronas. En nuestro cerebro existen alrededor de 86 mil millones de neuronas, con más de 150 trillones de conexiones entre ellas. Estas conexiones forman lo que se conoce como "propiedades emergentes", un sistema complejo en el que los recuerdos y aprendizajes se originan. Este aspecto del cerebro es lo que lo diferencia de una computadora.
Mientras que en un ordenador cada acción puede desglosarse en pequeños bits de información, en el cerebro no es posible estudiar una sola neurona para entender cómo se almacena un recuerdo. Para comprenderlo, es necesario observar regiones completas del cerebro.
Una creencia común es que el cerebro se desarrolla durante la niñez y la adolescencia, y que después de los 25 años, ya no cambia. Esta idea se basa en los estudios de Santiago Ramón y Cajal, quien afirmó que las neuronas no se regeneraban.
Sin embargo, investigaciones posteriores demostraron que, aunque el cerebro no crezca en tamaño, sigue formando y eliminando conexiones neuronales a lo largo de toda la vida.
Experiencias repetidas y conexiones a lo largo del tiempo
Las conexiones que se mantienen a lo largo del tiempo son aquellas asociadas con experiencias repetidas. Cuanto más practicamos una habilidad, más fuertes se vuelven las conexiones neuronales relacionadas con esa habilidad. Este es el principio detrás del aprendizaje: la repetición y la práctica refuerzan las conexiones, mejorando la eficiencia de la comunicación entre las neuronas.
La idea de que el cerebro puede "llenarse" es un mito. La cantidad de conexiones posibles es tan vasta que sería imposible que el cerebro se agotara en una vida humana. Además, el cerebro tiene la capacidad de olvidar información, lo que permite eliminar sinapsis inactivas y hacer espacio para nuevos recuerdos.
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