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Madrid, 5 mar (EFE).- El impulso emprendedor en España tiene rostro de mujer, sin embargo la falta de corresponsabilidad en el ámbito familiar lastra las oportunidades de crecimiento de las mujeres autónomas, que también echan en falta referentes femeninos en un mundo empresarial.
En 2018 el ritmo de creación de empleo autónomo femenino fue más de un punto superior al de los hombres (2,4 % frente 1,1 % interanual), en tanto que a cierre del año de los 49.986 nuevos cotizantes que sumó el régimen de autónomos (RETA) 27.680 fueron mujeres (55,3 %) y 22.306, hombres.
No obstante, las mujeres solo representan algo más de una tercera parte (35,6 %) del total de los autónomos que hay en España, con más de 1,1 millones de afiliadas, encuadradas sobre todo en el sector servicios, aunque también están empezando a destacar en actividades científicas, profesionales y técnicas, en la educación y en los servicios sanitarios.
Históricamente la mujer autónoma ha estado “muy supeditada” a negocios familiares gestionados por hombres (padre o marido), pero la tendencia está cambiando y actualmente la mitad de las autónomas que se deciden a emprender lo hacen por proporcionarse su propio empleo o por desarrollar su propia idea de negocio, según explica a EFE la coordinadora del área de la Mujer de ATA, Candelaria Carrera.
No obstante, la responsable del área de la Mujer de UPTA Andalucía, Carmen García, advierte de que este impulso femenino del trabajo autónomo va acompañado de una brecha retributiva, no salarial, por “esa menor dedicación de las mujeres al negocio debido a la conciliación familiar”.
En este sentido, asegura que hay medidas de discriminación positiva que solo reproducen roles de género y que abocan a que sean las mujeres las que siguen abandonando la empresa cuando son madres.
El Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social cifra en 4.933 las mujeres autónomas que se beneficiaron en diciembre de 2018 de la bonificación de la tarifa plana durante los 12 meses siguientes a la reincorporación al trabajo tras la maternidad, una de las medidas a las que hace referencia Carmen García (UPTA).
Según el informe de ATA "Autoempleo vs. desigualdad salarial", cuatro de cada diez mujeres autónomas (41 %) aseguran no tener cargas familiares, frente al 20 % de los hombres, lo que deja entrever que la conciliación de la vida familiar y laboral conlleva más dificultades para las mujeres.
"La conciliación de la vida laboral y familiar se ha visto afectada por motivos sociales y culturales que han provocado que el grado de corresposabilidad no haya alcanzado los niveles de igualdad que debiera", explica Candelaria Carrera (ATA).
Aunque muchas mujeres encuentran en el autoempleo una fórmula de conciliar la vida laboral y familiar -o por lo menos es lo que piensan en un inicio-, en la práctica no es tan sencillo, ya que el número de horas que se dedica a un negocio propio suele ser más elevado que en un trabajo asalariado.
En este sentido, la presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres Emprendedoras y Autónomas, Marta Bona, destaca que en general las emprendedoras suelen "tirar de sus propios recursos porque le da miedo pedir financiación", si bien las estadísticas constatan que son “buenas pagadoras” y que tienen negocios más sólidos y duraderos.
En cuanto al nivel retributivo, la brecha es más obvia en rentas más altas, ya que 1 de cada 3 autónomos ingresa más de 46.000 euros al año, mientras que esa proporción baja en las mujeres a 1 de cada 5.
La secretaria general de UATAE, María José Landaburu, incide también en que la menor cotización de las autónomas, dados sus menores ingresos, repercute en menores pensiones, en las que la brecha se sitúa en el 28 % (215 euros).
A esta cuestión se suma que el 90 % de las mujeres con un negocio propio se acogen a la base mínima de cotización, frente al 84 % de los hombres, una cuestión que se agrava en los tramos más altos en los que casi 8 de cada 10 cotizantes son hombres.
Patricia Rivero
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