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Phoenix (EEUU), 26 feb (EFE).- Las mulas no faltaron en una expedición como la que llevó en 1540 al conquistador español García López Cárdenas al Gran Cañón del Colorado y aún siguen siendo útiles para explorar esta maravilla de la naturaleza que fue declarada Parque Nacional de Estados Unidos un día como hoy hace cien años.
Cada año el Gran Cañón recibe más de 6 millones de visitantes que disfrutan de las vistas, el senderismo y recorridos por el río que los españoles, los primeros europeos en llegar, llamaron originalmente del Tizón y luego fue el Colorado.
Por precios que van desde 45 dólares hasta 90 dólares por día, los turistas que actualmente visitan el Gran Cañón, un símbolo del estado de Arizona, pueden hacer el descenso hasta el lecho del río desde la meseta por unos intrincados caminos a lomos de una mula.
Esculpido por las aguas del Colorado durante millones de años, el Gran Cañón tiene 277 millas (446 kilómetros) de largo, hasta 18 millas (29 kilómetros) de ancho y una profundidad de una milla (1.600 metros).
Según explica a Efe Paul Hirt, de la Escuela de Historia y Estudios Filosóficos de la Universidad Estatal de Arizona (ASU), el turismo comenzó en la séptima década del siglo XIX en lo que hoy se conoce como el Distrito Histórico de Grand Canyon Village, en el borde sur, la misma zona donde todavía hoy se concentran la mayoría de los turistas,
Los que estaban asentados en la zona a fines del siglo XIX "se dieron cuenta de que se podía ganar más dinero con el turismo que con los depósitos minerales".
"Las mulas han llevado a los turistas al cañón desde fines del siglo XIX. John Hance parece haber sido el primero en llevar a los turistas al Cañón en mula", explicó.
Hirt menciona que en 1887 se publicó un anuncio en un periódico de Arizona una oferta de viaje en mula por el desfiladero y a principios del siglo veinte ya se habían iniciado los recorridos turísticos por el Gran Cañón.
Las mulas no solo están de servicio para transportar turistas: casi todo lo que entra y sale del Cañón a Phantom Ranch, un poblado en el fondo del cañón donde existe un albergue construido en los años 20, viaja en la parte posterior de uno de estos animales de carga.
Marcos Arreutuoa ha explorado el Gran Cañón en cinco ocasiones y, aunque sus recorridos han sido a pie, dijo que observa como muchos de los turistas que no cuentan con buena condición, prefieren usar las mulas para trasladarse o para cargar sus pertenencias.
"Yo hago alrededor de cinco horas bajando el Cañón y siete horas subiéndolo a pie, es un recorrido muy exigente, necesitas tener una buena condición para subir y bajar el mismo día, por eso mucha gente prefiere rentar las mulas", dijo a Efe.
Los requisitos para poder hacer el recorrido en mula son tener por lo menos nueve años, medir al menos 1,44 metros (57 pulgadas), pesar menos de 225 libras (unos 102 kilos) y ser capaz de entender instrucciones en inglés, según la web del Parque Nacional.
Actualmente los turistas pueden hacer un viaje en mula de siete horas hasta Plateau Point, con vista al río Colorado, o hacer un viaje nocturno a Phantom Ranch, en el fondo del desfiladero.
Hirt indicó que Fred Harvey Co. construyó Phantom Ranch en 1922 como una parada nocturna para los jinetes de mulas.
"Hoy los suministros a Phantom Ranch son transportados por mulas, el correo a ese poblado tiene que ser llevado por mulas, la única forma de llegar es por sendero, no hay carreteras ni vehículos", comentó.
El estudioso del Gran Cañón explicó que los helicópteros pueden acceder al sitio en caso de emergencia y su uso está regulado por el servicio del parque, aunque los servicios son prestados por un concesionario.
El Gran Cañón no se convirtió en monumento nacional cuando el presidente Theodore Roosevelt lo proclamó en 1908. Fue el presidente Woodrow Wilson el que finalmente firmó la Ley del Parque Nacional del Gran Cañón, aprobada por el Congreso en 1919.
A mediados del siglo XVI la expedición de Francisco Vázquez de Coronado partió de lo que hoy es Puerto Vallarta (costa oeste de México) en busca de la ciudad de Cibola que, según la leyenda, estaba recubierta de oro, con 350 españoles y unos 2.000 guerreros aztecas aliados de la Corona española
Los documentos de la época muestran que además de 540 caballos para los conquistadores, llevaban 960 caballos de carga y mulas, además de cerdos, vacas y ovejas, animales no nativos de América.
El capitán López de Cárdenas fue enviado al frente de un grupo de soldados para explorar la zona del Gran Cañón ayudado por guías Hopi y llegó a la enorme formación rocosa en septiembre de 1540.
Beatriz Limón
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