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La deportista neozelandesa que practica halterofilia, Laurel Hubbard, debutará en los Juegos Olímpicos de Tokio tras el visto bueno de todas las autoridades competentes. Su expediente ha sido revisado por la Federación Internacional de Halterofilia.
El Comité Olímpico de Nueva Zelanda ha comunicado que “la NZOC puede confirmar que es muy probable que los sistemas de clasificación revisados de la Federación Internacional vean a varios levantadores de pesas de Nueva Zelanda, incluido el atleta transgénero de los Juegos de la Commonwealth Laurel Hubbard, asignados a un cupo para Tokio 2020”.
¿Cuál es la historia de Laurel Hubbard?
Laurel Hubbard compitió durante años en torneos masculinos hasta que, en 2013 se cambió de sexo y en 2015 consiguió ser elegible para unos Juegos Olímpicos. Desde 2015, el COI cuenta con una normativa que se encarga de medir los niveles de testosterona adaptada a los deportistas trans.
Antes de la revisión del sistema de clasificación olímpico, un atleta debería presentarse a seis eventos de su disciplina durante el año, pero el impacto de la pandemia mundial de Covid-19 ha hecho que se reduzca el número a cuatro. Sin embargo, Hubbard no lo ha tenido fácil para comenzar a competir.
La Federación Australiana de Halterofilia intentó impedir que participase en los Juegos de la Commonwealth 2018, aunque la organización rechazó la reclamación. A pesar de ello sus rivales se quejaron públicamente y la haltera terminó retirándose del torneo tras lesionarse.
La inclusión debe empezar por ahí
Una competición como los Juegos Olímpicos debería abrazar a todo tipo de personas como ha hecho con Hubbard. Muchas veces decimos que el deporte es mucho más que ideales, política o religión y los Juegos Olímpicos son el evento deportivo por excelencia. Engloba en una misma ciudad a todo tipo de deportistas y como tal debe seguir unos parámetros en los que no cabe ni el racismo ni la homofobia.
Tras unos meses muy complicados, las autoridades políticas y deportivas deberían fomentar que desde Tokio se impusiera una cultura de la inclusión y la tolerancia que se fomentara en cada ciudad que quisiera ser sede de unos Juegos Olímpicos. Por ejemplo, además de celebrar la tradicional ceremonia de apertura, los Juegos Olímpicos de Paris 2024 nos traerán la inclusión total porque podremos ver al mismo número de hombres y mujeres compitiendo por una medalla de oro.
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