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Berlín, 8 jun (EFE).- Los países industrializados son los que más se han beneficiado de la globalización, según un estudio de la Fundación Bertelsmann presentado hoy, que apunta que de las 42 economías que ha analizado, avanzadas y emergentes, las que mayor rédito han sacado a la apertura son Suiza, Japón y Finlandia.
España se sitúa a media tabla, en la posición 23, pues según los cálculos de este informe la renta per cápita del país se incrementó en 530 euros al año de media entre 1990 y 2016 por efecto de la globalización, 13.800 en el conjunto de este período.
España queda así lejos de los 1.910 euros anuales de Suiza (49.660 euros en total), pero también de los 20 euros por ejercicio de la India (520 euros en total).
El estudio, llevado a cabo por la casa Prognos, recalca la importancia de la apertura de los mercados, pero también del punto en el que cada economía inició su proceso de globalización y de su tamaño en ese momento, una fórmula que relega a los emergentes como China y la India a los puestos de cola.
"El informe muestra que la globalización puede claramente incrementar el bienestar. El proteccionismo no es el camino correcto. Sin embargo, hay que dar forma a la globalización de tal manera que las personas estén en el centro. Ésta es la única forma en la que podemos cumplir con la promesa del éxito", aseguró en un comunicado el consejero delegado de la Fundación Bertelsmann, Aart De Geus.
Entre 1990 y 2016 la globalización ha aportado al crecimiento global un billón de euros al año en el conjunto de los 42 países estudiados, el equivalente al producto interior bruto anual de economías como la mexicana o la surcoreana.
El estudio asume como base de sus cálculos el Índice de Globalización KOF del Instituto de Tecnología de Zurich (ETH), que mide el grado de interconexión de los países teniendo en cuenta indicadores económicos, políticos y sociales.
La Fundación Bertelsmann considera que una de los principales tareas pendientes en el ámbito de la globalización es la de la desigual distribución de los beneficios entre países industrializados y emergentes, pero también dentro de cada economía nacional.
A juicio de Cora Jungbluth, economista de la Fundación, una posible solución sería la reactivación de las rondas de negociación en el marco de la Organización Mundial de Comercio y aspirar a un "orden económico internacional que no promueve el derecho del más fuerte, sino que fija reglas comunes y vinculantes".
Bertelsmann propone la apertura de mercados en las economías emergentes y la eliminación de subsidios en las industrializadas, así como políticas para asegurar que "los beneficios obvios y tangibles de la globalización se distribuyan de tal forma que todos los ciudadanos se beneficien".
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