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Millones de niñas y niños se verán obligados a contraer matrimonio infantil debido al aumento de los niveles de pobreza, el incremento del hambre y la reducción del acceso a la educación, como consecuencia de la COVID-19, según el último informe realizado por World Vision.
'COVID-19 y matrimonio infantil' investiga cómo los efectos de la pandemia mundial obligarán a contraer matrimonio a niñas y niños que, de otro modo, no se habrían casado. A medida que los niveles de hambre en el mundo aumenten drásticamente, también lo harán las tasas de matrimonio en niños, ya que un niño hambriento tiene un 60 % más de probabilidades de casarse que uno que no padece hambre.
"A pesar de la promesa de la comunidad mundial de poner fin al matrimonio infantil para 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el progreso sigue siendo lento. Debido a que la pandemia ha aumentado los niveles de pobreza y hambre, y ha disminuido el acceso a la educación, el riesgo de que las niñas se conviertan en esposas infantiles también está aumentando. Una vez más, las niñas se llevan la peor parte de la crisis, ya que a muchas se les niega la educación y se les obliga a casarse con hombres que, en algunos casos, les doblan la edad", afirma Dana Buzducea, líder de promoción y participación externa de World Vision International.
El mayor aumento de matrimonio infantil en 25 años
El informe de World Vision revela que el aumento de matrimonio en menores es ya una evidencia. En 2020 se produjo el mayor aumento de las tasas en 25 años. Según los datos de World Vision, entre marzo y diciembre de 2020, los matrimonios infantiles se duplicaron con creces en muchas comunidades en comparación con 2019. En una evaluación de la situación de los niños y niñas y las familias de nueve países de la región de Asia y el Pacífico realizada entre abril y junio de 2021, el 82 % de los niños entrevistados que se casaron lo hicieron después del inicio de la pandemia.
El informe también destaca el impacto que ha tenido el cierre de las escuelas en el aumento de las tasas y revela que las niñas y niños que no están actualmente escolarizados tienen 3,4 veces más probabilidades de casarse que sus compañeros escolarizados.
"Cinco millones de niñas en edad de asistir a la escuela primaria y secundaria están perdiendo su educación como consecuencia de la COVID-19. Estas niñas corren un alto riesgo de contraer matrimonio infantil", añade Dana Buzducea.
"Hay suficientes recursos en el mundo para evitarlo"
"Hay que abordar urgentemente las causas fundamentales que impulsan el matrimonio infantil, como el hambre, la pobreza y el acceso a la educación. Los gobiernos de todo el mundo, que están centrados en hacer frente a las repercusiones de los efectos económicos de la COVID-19, deben también dar prioridad a la protección de las niñas y niños más vulnerables del mundo, que corren el riesgo de sufrir las secuelas de la pandemia”, afirma Javier Ruiz, director de World Vision España.
“No podemos permitir que millones de niñas y niños se vean forzados a contraer matrimonio infantil porque a sus padres, que sufren un aumento de los niveles de pobreza y hambre, no les queda más remedio que enfrentarse a la horrible elección entre qué hijo deben mantener y poder alimentar, y cuál debe casarse. Hay suficientes recursos en el mundo para garantizar que todos estén alimentados y educados, sin que las niñas y niños se vean obligados a casarse para sobrevivir. Debemos actuar ahora para evitarlo", concluye Dana Buzducea.
Los ODS de Naciones Unidas para su Agenda 2030 son bien claros al respecto de los mayores problemas a los que se enfrenta la humanidad y contra los que los gobiernos en conjunto deben hallar soluciones: hambre, pobreza, desigualdades, cambio climático. Todos ellos forman parte del presente del planeta y son especialmente dañinos en muchas regiones azotadas además por fenónemos climáticos extremos cada vez más frecuentes, como arduas sequías y olas de calor, además de guerras y crisis de gobiernos -como sucede en Haití- que dificultan el acceso de millones de personas a bienes tan esenciales como la comida, el agua y saneamiento y en conjunto provocan que mermen su protección y derechos. Solo en Somalia, por ejemplo, hay más de 3 millones de personas que sufren malnutrición, 800.000 de ellos niños. En Afganistán, 5,5 millones de menores pueden sufrir hambre severa por el precio de los alimentos, la sequía y los desplazamientos, según Save The Children.
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