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La obesidad es un tipo de malnutrición que azota a las familias con menos recursos y no entiende de fronteras, según el informe sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La comida es cada vez más abundante y más barata en la mayoría de los países, pero los alimentos más asequibles son con frecuencia los que tienen más contenido en calorías, sal y azúcar y menos valor nutritivo; los peores para la salud y los que más engordan.
La pobreza provoca problemas de salud
Cuando pensamos en pobreza o personas pobres no nos viene a la cabeza a la gente con sobrepeso u obesidad, pero la realidad es que existe una relación entre la pobreza y la obesidad.
La obesidad se ha convertido en un problema global. Tanto es así que el segundo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que trata el hambre cero, incluye el compromiso no solo de erradicar el hambre, sino también la meta de “poner fin a todas las formas de malnutrición”. Lo que hace referencia a la desnutrición, pero también a la obesidad, y su relación con la pobreza es estrecha.
Un problema de salud mundial
De hecho, la FAO ha incluido por primera vez este término en uno de sus últimos informes sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición. Este texto pone de manifiesto que la obesidad y el sobrepeso son también signos de inseguridad alimentaria.
Las cifras de obesidad y sobrepeso en todo el mundo aumentan año a año en todos los países y este incremento es especialmente alarmante en los niños y niñas en edad escolar y en los adultos.
La obesidad se ha casi triplicado en todo el mundo
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la incidencia de la obesidad se ha triplicado desde 1975 en todo el mundo. Uno de cada ocho adultos (más de 650 millones) es hoy obeso, y más de 1.900 millones (el 39%) tienen sobrepeso.
La principal razón de este incremento se encuentra en los cambios de hábitos de vida. Se consumen más alimentos de alto contenido calórico y ha descendido la práctica del deporte.
La obesidad en España
En España, se calcula que el 17,4% de la población adulta (18 y más años) sufre obesidad y si a esto añadimos el número de personas con sobrepeso, la cifra sube a más de la mitad de la población. La cifra se sitúa en el 10,3% en el caso de los menores de 17 años, lo que supone que 1 de cada 10 niños y niñas tiene obesidad infantil. Y estos porcentajes lejos de disminuir, aumentan año a año.
Sus consecuencias para la salud son muy graves y más para la infancia. Ya que pueden llegar a desembocar en patologías como la diabetes de tipo 2, hipertensión, asma, otros problemas respiratorios, trastornos del sueño y enfermedades hepáticas. Los niños y niñas con obesidad son más propensos a tener baja autoestima, depresión y aislamiento social.
Las familias con menos recursos, las más vulnerables
Así pues, los mejores aliados de la obesidad son el sedentarismo y la mala alimentación. Y precisamente este último, es el que está más relacionado con la pobreza.
El motivo de la desigualdad está claro: los pobres son más obesos porque se alimentan peor y no cuidan su salud tanto como los ricos. La FAO subraya que los alimentos nutritivos y frescos suelen ser más caros que los envasados y que cuando en un hogar escasean los recursos, los padres compran alimentos más baratos que a menudo son hipercalóricos y poco nutritivos.
Por el contrario, las personas con un nivel socioeconómico alto suelen comer de manera más sana y hacer ejercicio físico con regularidad. La incorporación de la mujer al trabajo en las últimas décadas es otro de los factores que los expertos mencionan a explorar las causas de la obesidad infantil. Al dejar de cocinar en casa por falta de tiempo, las familias consumen más comida rápida y menos alimentos frescos.
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