Desde hace unos años la DGT ha dividido el parque automovilístico español en categorías que corresponden a las diferentes etiquetas que, según lo contaminante que sea un vehículo, tendrá una etiqueta u otra.
Cinco entidades apuntan que la reforma para incluir las emisiones reales de CO2 en las etiquetas está paralizada por la “complicidad” de la DGT con el sector del automóvil.