Pobreza visual: Más de 6 millones de españoles podrían necesitar gafas o lentillas pero no pueden comprarlas

La quinta edición del 'Libro Blanco de la Visión. Edición especial Covid-19' ha desvelado que más de seis millones de españoles podrían necesitar de gafas o lentillas pero sufren 'pobreza visual', es decir, su situación económica les impide hacer frente a este gasto.

Este estudio ha sido presentado recientemente en rueda de prensa por la Federación Española de Asociaciones del Sector Óptico (Fedao) y la asociación Visión y Vida. En esta cita, los representantes de ambas asociaciones han reclamado al Gobierno la puesta en marcha de ayudas a la compra de equipamientos ópticos, como el Bonus Vista italiano, para evitar la ya conocida como 'pobreza visual'

¿Qué es la 'pobreza visual'?

La 'pobreza visual' es la imposibilidad de adquirir los equipamientos ópticos necesarios para cubrir las necesidades visuales debido a un problema económico, según explicó el presidente de Visión y Vida, Salvador Alsina.

Al respecto, Alsina ha explicado que en Italia, el Gobierno aprobó en diciembre de 2020 un sistema de ayudas a la compra de equipamientos ópticos para las personas con mayor necesidad. Así, todo aquel con una renta inferior a 15.000 euros podría solicitar un bono de 50 euros para renovar sus gafas o lentes de contacto.

Esta ayuda, en fase de articulación, saldrá de un total de 15 millones de euros durante un trienio (2021, 2022 y 2023) que podrán ayudar a unas 100.000 personas por año. Del mismo modo, la presidenta de Fedao, Inés Mateu, ha explicado que el sector lleva cerca de un año trabajando para que el Gobierno apruebe un Plan Nacional de Salud Visual con la implicación de agentes estatales, autonómicos y locales que permitan monitorizar el estado de la visión de cada ciudadano desde el momento de su nacimiento hasta sus últimos días.

Dificultades para adquirir gafas y lentillas

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2019, más de dos de cada diez españoles vive en “riesgo de pobreza”, es decir, 9.734.425 personas viven con menos del 60 % de la media de los ingresos anuales por unidad de consumo acorde con el número de personas (el umbral de pobreza en España en 2019 fue de 9.009 euros). Ceuta (40,6 %), Melilla (35,7 %), Extremadura (31,5 %) y Andalucía (31,3 %) superan el 30 % de personas viviendo en este umbral. 

De ellos, el 62,94 % requeriría gafas o lentillas en su día a día. Es decir, en España hay 6.126.847 de personas que puede tener dificultades para adquirir los equipamientos ópticos que necesita, entrando en la denominada “pobreza visual”.

Por ello, el sector reclama que, si queremos ayudar a tener un 100 % de buena salud visual en España se debería alcanzar esta cifra y el bono debería ser de 100 euros, la mitad del importe total medio de unas gafas completas o lentillas para un año.

En algunos casos, a más necesidad, menos uso

Asimismo, seis de cada diez personas en España necesitan equipamientos ópticos en su día a día para disfrutar de una buena visión, según los datos del Libro Blanco. La necesidad se hace más latente conforme el ciudadano va envejeciendo. Sin embargo, el 44,44 % de los jóvenes no tiene una visión perfecta aunque este porcentaje llega al 87,9 % en el rango de edad de entre los 65 y 84 años.

En la franja poblacional de mayores de 85 años, en la que por lógica el 100 % de las personas requerirían equipamientos ópticos, la cifra de uso de gafas y lentillas se reduce 10 puntos alcanzando el 77,5 %.

El cuidado de la visión infantil deja mucho que desear

Durante la pandemia de la Covid-19, el 57 % de la ciudadanía ha visto cómo su visión ha empeorado. Los expertos ya predijeron que los hábitos de vida cambiarían durante esta crisis ante la obligación de estar más tiempo en espacios interiores forzando la visión próxima. 

La realidad es que una gran parte de la ciudadanía no cuida su salud visual de forma preventiva. El 70 % dijo que tras terminar el estado de alarma acudiría a revisión, pero finalmente solo lo hizo un 18,2 %. Además, el cuidado de la visión infantil deja mucho que desear. Muchos padres no llevan a sus hijos al especialista porque piensan que si sus hijos no se han quejado es porque no necesitan ser revisados.