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Los tiempos de crisis han marcado por completo la estructura social en lo que llevamos de siglo XXI. Esto ha provocado una amplia variedad de conflictos en términos financieros, entre particulares y empresas, los cuales deben pasar por la vía judicial para garantizar una resolución de rigor. En este orden de ideas, los créditos impagados se presentan como uno de los mayores problemas para el tejido corporativo, haciendo que la solvencia se tambalee en gran medida. Por eso, si quieres saber cómo salir indemne de estos conflictos, lo mejor es que tomes conciencia de los muchos recursos que presentan los despachos de abogados de alto nivel.
Litigios sobre la reclamación de créditos impagados
Para entender cómo se debe proceder con la reclamación de los créditos impagados, conviene primero analizar exactamente lo que es un litigio. Esto hace referencia a la resolución de conflictos entre dos o más partes, a través de un procedimiento concreto ante un órgano judicial, es decir, todo pasa a manos de un juez o tribunal para llegar a una sentencia en firme.
En el caso concreto de la reclamación de los créditos impagados, hablamos de un apartado propio del derecho civil y mercantil. De este modo, si estás en el punto de vista de un acreedor y un cliente se niega a pagar lo que debe, lo mejor es que te pongas en contacto con despachos especializados, para poner en marcha la gestión del litigio. Porque cuando la vía amistosa se agota, no queda más remedio que ponernos manos a la obra y confiar en la justicia.
Servicios como las pólizas de factoring o los seguros de crédito, son más bien parches ante este tipo de problemas. No obstante, si se busca una solución real, es crucial recurrir a los mejores bufetes, para así tener el amparo de la justicia. Al hacerlo, darán comienzo los diferentes procedimientos judiciales para reclamar la deuda y obtener el dinero que el deudor no haya pagado.
Dichos procedimientos pueden variar en gran medida. En este punto encontramos los declarativos, el ordinario (cuando la deuda supera los 6.000 €) y el procedimiento verbal (para cantidades menores de 6.000 €). Eso sí, independientemente de la deuda, nada como delegar en la justicia para evitar que la morosidad afecte a tu propia solvencia, ya que mereces la estabilidad corporativa y, a pesar de que haya quien no la respete, las firmas de abogados no tardarán en salir en tu defensa.
Procedimientos especiales para reclamar los créditos impagados
Ya hemos visto los principales procedimientos para la reclamación de créditos impagados, no obstante, existen otros medios, como el juicio cambiario, que de igual forma conviene tener en cuenta. Un tipo de procedimiento especialmente diseñado para la reclamación de deudas de títulos cambiarios, como puede ser un cheque o un pagaré.
Este recurso comienza mediante la presentación de demanda y del título cambiario en cuestión. Dada la calidad que ello conlleva, estamos ante un procedimiento de tramitación rápida que no deja prácticamente pie a la defensa. Por eso, las probabilidades de obtener la deuda fijada se pueden ver disparadas con respecto al resto de los procedimientos enumerados anteriormente. Estamos ante uno de los procedimientos más comunes en el tejido empresarial y, como tal, se trata de un recurso especialmente concurrido entre los directivos de los negocios.
Siguiendo en esta misma línea de eficiencia en relación con la reclamación de créditos impagados, encontramos el proceso monitorio. Sin embargo, para poder solicitar esta vía judicial, la deuda debe estar documentada con la firma del deudor, así como debe ser líquida y estar vencida. Diferentes requisitos que, en caso de cumplirse, permitirán al empresario disfrutar de los cortos plazos del proceso monitorio.
Una vez comienzan los trámites, el juzgado otorga un plazo de 20 días al deudor para pagar al acreedor o, en su defecto, para que presente un escrito con su oposición. En caso de que el deudor no pague, sin haber presentado un recurso al tribunal, entonces se podrá despachar la ejecución contra los bienes; lo cual permitirá al acreedor obtener lo que merece mediante embargos. Un sistema ágil y solvente, que ya es un factor clave para la estabilidad corporativa de muchas empresas.
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