El aparato, un Fokker-100 perteneciente a la compañía kazaja Bek Air con 100 personas a bordo -95 pasajeros y cinco tripulantes, se estrelló nada más despegar.
Su objetivo es romper mitos y tabúes sobre la sexualidad de este colectivo, a través de contenidos personalizados en función del tipo de discapacidad de sus participantes.