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València, 3 feb (EFE).- Ana Blasco y Tomás Llorente investigaban con la paja del arroz en busca de un material que sustituyera el poliestireno expandido en los monumentos falleros y se toparon, de forma inesperada, con un producto que auguran revolucionario para la construcción por su bajo coste y excelentes cualidades ignífugas y aislantes.
Se trata del hyperin, un aislante térmico y acústico, ecológico, con resistencia al fuego superior a 240 minutos, regulador de la humedad, versátil y fácil de trabajar, además de económico por ser un residuo agrícola y que en 2018 fue reconocido como la mejor patente de España y está a punto de utilizarse en varias obras, entre ellas un campo de refugiados en México.
Blasco detalla a EFE que el nuevo material, que ya tiene también la patente europea y está en trámite para conseguir la internacional, se asemeja al hormigón y está compuesto de paja de arroz, cuya quema está prohibida en la Comunitat Valenciana, y un 15 % máximo de residuos plásticos, por lo que sigue siendo "sostenible y biodegradable".
Aunque se puede elaborar con la paja de cualquier cereal (ya ha sido probado con maíz), esta ingeniera química de 40 años ha incidido en que sus cualidades "son mejores" con la del arroz.
Explica que junto al arquitecto Tomás Llorente, su socio en la empresa Combustión ECO, que ha desarrollado este producto, han puesto "su granito de arena" para eliminar plásticos al reconvertir sus residuos en producto para la construcción, porque una vivienda de 70 metros cuadrados requiere 28.000 botellas de plástico de dos litros.
"Es un material biodegradable, cuyos restos se pueden reciclar de nuevo y que permite resolver problemas medioambientales que generan muchos dolores de cabeza como la quema del arroz o los plásticos en los océanos, y además es más barato que lo que hay en el mercado y sus características técnicas son mejores", resalta.
Para crear hyperin se hace una masa mezclando la paja del arroz, que le suministran varios agricultores, y el plástico reciclado de lo que se retira de los océanos y les facilita el Instituto Tecnológico del Plástico, Aimplas, con quien colaboran en la búsqueda de nuevas alternativas.
"Luego se prensa y se seca y se hacen moldes de 4,5 o 10 centímetros de grosor hasta 0,6 centímetros para hacer baldosas térmicas para suelos radiantes", añade.
Tras ser acelerados por StartUp Europe Acceleratos de la Fundación FINNOVA, en septiembre de 2018 el proyecto entró en Lanzadera, la aceleradora de empresas impulsadas por el empresario Juan Roig, y actualmente está a punto de firmar obras en Alicante, València, Madrid, Sevilla y Níjar (Almería).
Asegura que estar en Lanzadera le ha dado formación y el aprendizaje para ayudarla a "ser empresaria" y recuerda que, cuando dieron con el nuevo material, les sorprendió que "no ardía, no transmitía el calor y lo podías coger con la mano sin quemarte".
Ese descubrimiento, relata, fue aparcado y, cuando acabaron las Fallas de 2018, en la que crearon un monumento cuyos "ninots" estaban hechos de paja del arroz, lo llevaron a la Universidad Politécnica de Valencia para hacer pruebas y confirmar sus propiedades.
Blasco reconoce que ya existen aislantes ecológicos que no son derivados del petróleo como la lana de roca, lana de vidrio o la fibra de vidrio, pero resalta que el nuevo producto, además de ser totalmente de economía circular, "mejora las propiedades aislantes y el precio" de cualquier otro que haya actualmente en el mercado.
El próximo abril empezarán las obras con este material de un proyecto piloto, desarrollado junto a la ONG Hola México: un campo de refugiados en Jalisco (México) para 660 personas con varios módulos de habitaciones y cuartos de baño, cocina y comedor, centro de salud y colegio y cuyos usuarios se van a dedicar a la agricultura.
"Yo lo veo como una revolución en la construcción", afirma la ingeniera, quien avanza que tiene otro proyecto previsto en Guatemala y para entonces sería "interesante" tener la patente internacional para que el hyperin esté "protegido".
Mónica Collado
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