Esto es lo que esconden los videojuegos de moda para enganchar a tus hijos

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29/08/2024 - 17:00
Niño jugando a un videojuego

Lectura fácil

Juan Juanito es un joven de 15 años de Castellón. Obviamente, ‘Juan Juanito’ no es su verdadero nombre, pero todo el mundo le conoce con este apodo porque ha llenado páginas y páginas de medios de comunicación al convertirse en el primer caso clínico a nivel mundial de un menor hospitalizado por su adicción al videojuego ‘Fortnite.

Este quinceañero llegaba a jugar entre 18 y 20 horas al día, con una dedicación casi exclusiva, y para tratarle tuvieron que hospitalizarle, ya que era la única manera de desintoxicar al joven de su adicción a los videojuegos, en concreto, los de Epic Games.

La gente está pasando mucho más tiempo frente a las pantallas digitales desde que el Covid irrumpió en nuestras vidas. Pero ¿podemos dejarlo a los menores que pasen unas cuantas horas jugando videojuegos con sus amigos? ¿Cuando el tiempo con los videojuegos reemplaza al tiempo que se pasa en la vida real con la familia y amigos es señal de adicción?

Exploremos el porqué los videojuegos son tan atractivos para los niños y lo que los padres pueden hacer para mantenerlos a raya.

¿Son los videojuegos tan altamente adictivos?

La tecnología como Internet, los móviles y los videojuegos son elementos muy útiles en la vida cotidiana, aunque también pueden tener sus inconvenientes. En la última década, el uso de videojuegos se ha convertido en una actividad de ocio cada vez más popular con un aumento excesivo entre los adolescentes varones. En la actualidad, existe suficiente evidencia para considerar que el juego excesivo puede llegar a ser problemático y adictivo, especialmente en los videojuegos online.

El diseño de los videojuegos facilita la pérdida de capacidad de control sobre el juego, lo que, unido a otros factores personales y ambientales, facilita el uso abusivo e inadecuado, pudiendo dar lugar a una conducta adictiva en los adolescentes.

Xavier Gerbolés Llorente, psicólogo en Therapychat y especialista en Adicciones, afirma para 20Bits, que “los videojuegos no son adictivos per se, pero sí tienen características que los hacen potencialmente adictivos. Partimos de que es algo al alcance de cualquiera y que tiene una función específica: entretener”.

Pero estos no son los únicos factores, ya que en ese universo los gamers se crean su propio alter ego, con el que conocen gente nueva y por el cual -si son buenos- se les valora mucho en la comunidad. “Todo esto enfocado al logro, ganando prestigio y admiración entre otros jugadores. Esta disociación ‘positiva’ -para ellos- les genera un interés mayor de evadirse de la realidad para identificarse en el avatar del juego”, indica Gerbolés.

Todos estos estímulos, continúa explicando, “activan el sistema de recompensa que libera dopamina al cerebro, la dopamina es el denominado neurotransmisor del placer, y es este mismo sistema dopaminérgico el que provoca una sensación muy positiva en el jugador, semejante al de un adicto a determinadas drogas”.

Como siempre, la clave está en la mesura

Y es que, los videojuegos no son algo negativo, sino más bien lo contrario. Pueden mejorar la capacidad de respuesta, el trabajo en equipo, la creatividad, el liderazgo y ser un puente para socializar y aprender idiomas. El problema es que se conviertan en un mecanismo de evasión para huir del aburrimiento y la frustración, y no en una opción más para poder disfrutar y pasar un buen rato solo o en familia.

Es importante aclarar que con una hora o dos de videojuego, el cerebro se entretiene, pero con más de dos horas, el cerebro se estresa y cansa.

Además, hay que tener en cuenta el momento evolutivo en el que se encuentran los menores: aún no está del todo desarrollado su cerebro o su sistema nervioso ni consolidado su cortex pre-frontal, la parte del cerebro encargada del control de las funciones ejecutivas, incluida la impulsividad, la inhibición de la conducta o la planificación, entre otras cuestiones que son fundamentales para no caer en un uso abusivo de los dispositivos o videojuegos.

Y, por último, los adultos debemos ser ejemplo. Al final como padres o tutores tenemos que ser la figura en la cual nuestro hijo aprenda, para poder poner límites y tener una buena vinculación tenemos que ser los primeros en dar ejemplo, si prohíbes a tu hijo jugar a videojuegos, pero luego estás con el móvil en exceso en su presencia, envías un mensaje contradictorio.

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