Uno de cada cuatro jóvenes españoles entró en un ERTE o perdió su puesto de trabajo durante el pasado año a causa de la crisis económica derivada de la Covid-19.
Las farmacéuticas se enfrentan en estos momentos a dos problemas principales: la escasez de los productos implicados en la cadena de suministro y las tensiones políticas entre países.
Los beneficiarios del paro y el resto de subsidios por desempleo tienen que cumplir con una serie de obligaciones. No hacerlo implica dejar de cobrar el dinero de forma momentánea o definitiva.
La incertidumbre que genera la pandemia sobre las cuentas familiares está impulsando el ahorro, tanto el que se deposita en los bancos como el que se guarda bajo el colchón.