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En el año 2015, en el marco de la Cumbre del Clima, representantes de diversos países acordaron un compromiso histórico para frenar el cambio climático. Este pacto, conocido como el Acuerdo de París, tiene como propósito fundamental la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero con el fin de contener el aumento de la temperatura global en este siglo.
La meta establecida es mantener el incremento por debajo de los 2 °C en comparación con los niveles preindustriales, con un esfuerzo adicional para que no supere los 1,5 °C. Además, el acuerdo contempla el apoyo financiero, tecnológico y formativo a naciones en desarrollo para que puedan hacer frente a los efectos del cambio climático.
Estados Unidos y la salida del Acuerdo de París por su nuevo líder político
Desde su entrada en vigor, el Acuerdo de París ha sido ratificado por 193 países y la Unión Europea, reflejando un compromiso casi universal con la lucha contra el calentamiento global.
Sin embargo, hay algunas excepciones notables. Irán, Libia y Yemen aún no han dado el paso de formalizar su adhesión, sumándose recientemente Estados Unidos a este grupo.
La administración de Donald Trump decidió retirar al país del Acuerdo de París en una de sus primeras medidas de gobierno, una decisión que no fue inédita, ya que en un periodo anterior había tomado una determinación similar. Esta salida resulta significativa debido a que Estados Unidos es uno de los mayores emisores de gases contaminantes a nivel mundial.
La comunidad internacional ha expresado su inquietud ante la retirada de Estados Unidos, dado el peso que tiene este país en la agenda climática global. Su ausencia lo coloca en la misma categoría que países como Irán, Libia y Yemen, que tampoco han ratificado el acuerdo. En contraste, la mayoría de las naciones han reafirmado su compromiso con este tratado, reconociendo la importancia de la cooperación y las acciones conjuntas para mitigar el impacto ambiental.
El Acuerdo de París establece un marco de referencia para que cada país elabore y revise sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), que consisten en planes específicos para reducir emisiones y adaptarse a las nuevas condiciones climáticas. Aunque el tratado tiene carácter vinculante, los objetivos nacionales de reducción de emisiones no lo son, lo que permite a cada nación definir sus propias metas de acuerdo con sus capacidades y circunstancias particulares.
Diferencias en los niveles de compromiso
A pesar del amplio respaldo al acuerdo, la implementación de políticas varía notablemente entre países. Según el Climate Action Tracker, el Reino Unido es el único país industrializado cuyo plan nacional es considerado alineado con los objetivos del acuerdo. En cambio, otras naciones como Brasil y Estados Unidos han sido calificadas como insuficientes en cuanto a sus esfuerzos para reducir las emisiones.
Un caso particular es el de Turquía, que ratificó el Acuerdo de París en 2021. Esta nación fue la última del G20 en hacerlo, tras años de argumentar que su clasificación como país desarrollado le imponía responsabilidades desproporcionadas. Finalmente, su parlamento aprobó la adhesión bajo la condición de que no se comprometan su economía ni su desarrollo social.
Aunque el Acuerdo de París cuenta con un respaldo mayoritario, su éxito dependerá de la voluntad de los países para implementar políticas efectivas y mantener su compromiso a largo plazo. La reciente salida de Estados Unidos refleja los desafíos que enfrenta la comunidad internacional en la lucha contra el cambio climático y resalta la importancia de la cooperación global para alcanzar los objetivos ambientales establecidos.
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