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Con un precio del gas que se espera se mantenga en los niveles actuales o incluso suba un poco más a mediano plazo, plantearse hábitos de consumo y modificaciones de uso habituales es la norma, sobre todo porque cada pequeña decisión puede significar un cambio drástico en el presupuesto mensual.
El gasto en los servicios básicos o en el agua caliente sanitaria (ACS) es indispensable para tener una vida saludable, confortable y de calidad. Sin embargo, eso no quiere decir que no se pueda llegar a ahorrar dinero tomando en consideración algunos consejos prácticos.
La figura del termo eléctrico
Se suele decir que el termo eléctrico es menos rentable que el calentador de gas, porque la electricidad es mucho más costosa que el gas. La cosa es que en la actualidad, con los precios como van, comprar un termo eléctrico de 300L puede ser mucho más rentable, incluso desde el primer momento, que asumir el consumo de agua caliente sanitaria proveniente de un calentador de gas.
Son más sencillos de mantener, de instalar, y por si fuera poco, el gas y la electricidad ya no tienen esas grandes diferencias de otrora, lo que puede servir para, ahora sí, inclinar la balanza hacia el lado de los calentadores que utilizan resistencias eléctricas. La capacidad de 300 litros, lógicamente, será suficiente para una familia completa.
Utilizar diligentemente la calefacción
La calefacción representa el gasto de gas más importante cada año. Por eso, utilizarla con inteligencia puede suponer grandes cambios en la factura de este servicio, por lo que las principales medidas pueden ir en relación con la instalación de un termostato inteligente.
El precio de un termostato puede amortizarse al cabo de uno o dos meses, por lo que el resto del tiempo ya será una ganancia en toda regla. El termostato puede ayudar a ahorrar entre el 30% y el 50% del gasto de gas por concepto de calefacción.
En ese sentido, también es preciso mencionar que la temperatura de la calefacción influye en los gastos. Desde luego, dependerá y mucho del lugar del país en el que se encuentre, pero en promedio se estima que cada vez que se incrementa la temperatura del termostato, el sistema de calefacción consumirá un 8% adicional de gas.
Es necesario entonces destinar un tiempo a ver cuál es la temperatura que le sienta más confortable a la familia o a las personas que estarán siempre en el lugar, y adaptar también el consumo de estos equipos en función de cuándo estarán en los hogares. La temperatura de confort suele estar entre los 21 y los 23 grados, pero es una decisión muy personal a fin de cuentas.
Mejorar los aislamientos
Como se decía anteriormente, gran parte del gasto de gas que se realiza anualmente en un hogar estará representado por los sistemas de calefacción. La climatización de un hogar en invierno es el gasto que más encarece en este sentido, pero mayormente se encarece por la pérdida de la temperatura ideal gracias a la inexistencia de un correcto aislamiento.
El aislamiento térmico se convierte así en una necesidad. No es, a pesar de ello, una solución costosa o difícil de hacer, pero realmente el aislamiento de puertas y ventanas es algo que falla en la mayoría de los hogares, provocando incrementos innecesarios en el consumo de los sistemas de calefacción.
Ahora que el gas natural amenaza con mantenerse o incrementar sus precios, es momento de establecer algunas normas para ahorrar dinero sin sacrificar un ápice de calidad de vida. El gas, necesario para el agua caliente sanitaria, para la calefacción y en algunos casos para el funcionamiento de electrodomésticos, no tiene por qué convertirse en un mal necesario ni en un privilegio, sino que modificando algunas cuestiones puede disfrutarse y ahorrarse a la vez. Un termo eléctrico, la inclusión de termostatos inteligentes y de algunos hábitos pueden suponer un gran cambio.
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