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El 16,9% de los cargos directivos estaban ocupados por mujeres al cierre de 2024, lo que representa un incremento del 1,3 % en comparación con el año anterior. Sin embargo, la brecha salarial aumentó hasta alcanzar el 12,9 %, lo que significa que, por cada 100 euros que gana una mujer, un hombre percibe 112,9 euros, según un informe realizado por ICSA y EADA Business School.
Los sectores donde más creció la presencia femenina en puestos directivos fueron los servicios y la sanidad, seguidos por otros sectores como el turismo y el ocio. En cuanto a los cargos específicos que ocupan estas mujeres, el 40,9 % trabaja en la dirección de comunicación de las empresas, un 34,6 % en la dirección de recursos humanos y un 32,5 % en la dirección de marketing. No obstante, solo un 9,2 % forma parte de la dirección general de estas organizaciones. A pesar de este crecimiento en la presencia femenina en puestos de liderazgo, la brecha salarial sigue siendo una realidad, con mujeres ocupando roles de menor jerarquía y, en muchos casos, con menores remuneraciones en comparación con sus homólogos masculinos.
La mujer sigue enfrentando barreras en el poder adquisitivo y la brecha salarial
La mujer sigue teniendo un menor poder adquisitivo dentro del sistema porque las acciones que se están implementando no están logrando un impacto duradero, y la brecha salarial continúa siendo una barrera importante”, señaló Indry Canchila, socia-directora del área de consultoría de ICSA grupo. Canchila destacó que las mujeres están completamente capacitadas para ocupar cargos directivos, un 48,6 % de las mujeres lo están, según el estudio, pero “no se les da la oportunidad de hacerlo.
Además, subrayó la necesidad de crear puestos de trabajo “flexibles” para poder “readaptarlos” y facilitar la incorporación de más mujeres al ámbito directivo. “Los resultados aún no están siendo consolidados”, alertó.
Aunque también ha aumentado el número de mujeres empleadas, representando el 47,2 % del total, el estudio sobre la brecha salarial subraya que es fundamental llevar a cabo cambios en el tejido empresarial para que las medidas de igualdad tengan un mayor impacto y puedan implementarse políticas sobre la equidad retributiva.
Cuestión estructural
En su intervención, la investigadora de EADA Business School, Aline Masuda, señaló que la brecha salarial de género no se debe a una falta de capacitación, sino que responde a una "segregación" estructural que está profundamente arraigada en los sistemas y dinámicas laborales. Esta desigualdad no es un fenómeno aislado ni reciente, sino que forma parte de una problemática más amplia y estructural que persiste a lo largo del tiempo. Aunque reconoció que la situación ha mejorado en comparación con años anteriores, enfatizó que aún existen desafíos importantes. Entre ellos, destacó la necesidad de implementar políticas más claras, transparentes y orientadas a la equidad de género, además de poner un mayor énfasis en cómo las mujeres son tratadas en sus lugares de trabajo y en la sociedad en general.
Masuda también subrayó que lograr la igualdad en los entornos laborales no solo beneficia a las mujeres, sino que mejora a todos los involucrados. Según ella, las empresas que promueven la equidad de género y cuentan con equipos más diversos tienden a tomar decisiones más acertadas y eficaces, lo que impacta positivamente en su rendimiento general. Sin embargo, destacó que la brecha salarial sigue siendo un desafío clave que impide una verdadera equidad. Además, remarcó la importancia de contar con modelos de liderazgo que fomenten la corresponsabilidad entre los géneros, impulsando una distribución más equitativa de las responsabilidades tanto en el ámbito profesional como en el personal.
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