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La percepción de la maldad basada en la apariencia ha sido explorada en el cine y también por algunas ramas científicas en el pasado. Ahora, la inteligencia artificial está reviviendo estas ideas al intentar predecir comportamientos criminales basándose en rasgos físicos.
¿La apariencia física está relacionada con la propensión criminal?
En el siglo XIX, Cesare Lombroso, conocido como el padre de la criminología, propuso una teoría que relacionaba la apariencia física con la propensión criminal. Esta idea, respaldada por el estudio de cráneos de presos, popularizó la frenología, una pseudociencia que buscaba predecir la personalidad a través de la forma del cráneo. Esta creencia permeó en la sociedad de la época, influenciando desde la prevención del crimen hasta la selección de parejas en la alta sociedad.
Hoy en día, a pesar del progreso y el avance del raciocinio, la inteligencia artificial ha revivido estas ideas bajo la apariencia de algoritmos modernos. Investigadores chinos y de la Universidad de Harrisburg han desarrollado sistemas de reconocimiento facial que pretenden identificar criminales basándose en rasgos faciales, utilizando bases de datos de imágenes de delincuentes y no delincuentes.
Sin embargo, estas propuestas han sido ampliamente criticadas por la comunidad científica debido a su falta de evidencia sólida y su potencial sesgo racista.
La eugenesia y la sugestión estética en la ciencia y la sociedad
La historia nos muestra cómo las ideas, especialmente cuando se respaldan en la ciencia o se tergiversan sus principios, pueden ser peligrosas. Francis Galton, un antropólogo inglés, utilizó conceptos darwinistas para diferenciar entre personas superiores e inferiores.
Asimismo, propuso la eugenesia como un medio para corregir la sociedad, sugiriendo el control de la reproducción para eliminar los rasgos negativos y mejorar la especie. Esta idea llevó a prácticas extremas como la esterilización forzada de prisioneros en algunos países, respaldada incluso por la Corte Suprema de EE. UU. en 1927.
Aunque se reconoce la influencia de factores genéticos y biológicos en el comportamiento antisocial, no hay pruebas sólidas que relacionen directamente la morfología física con la tendencia delictiva.
Sin embargo, la sugestión puede llevar a la subjetividad, como en el caso de la belleza, donde se tiende a tratar mejor a las personas consideradas atractivas. La psicología explica que la belleza se percibe como un estímulo agradable, lo que conlleva a una indulgencia y empatía hacia quienes nos agradan, debido al mecanismo mental de idealización y proyección. La belleza tiene el poder de encantarnos y afectar nuestro juicio.
El reciente caso de Daniel Sancho
El caso de Daniel Sancho ilustra cómo el aspecto físico de un convicto puede desafiar las percepciones sobre los crímenes que comete. En las redes sociales, se generaron comentarios sobre su presunto delito, pero también se enfocaron en su apariencia angelical, lo que llevó a algunos a buscar explicaciones que lo exculparon.
Esto refleja la tendencia de la sociedad a asociar la buena apariencia con la inocencia, incluso en el ámbito judicial, donde se aconseja a los condenados presentarse con buena presencia como una táctica de sugestión, además de mostrar respeto al tribunal. Sin embargo, ni la genética ni la apariencia pueden ser criterios objetivos para juzgar el bien y el mal.
Aunque es natural hacer valoraciones según el aspecto, basar decisiones en ello, ya sea mediante tecnologías o leyes, podría conducir a una distopía. Ante el avance tecnológico, a veces es útil recordar el proverbio popular: "las apariencias engañan".
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