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Diez días después de que estallara la guerra en Ucrania, Artem y su familia tomaron una difícil decisión: Julia, su mujer, y su hija Verónica, de 2 años, tenían que irse a un refugio seguro en Alemania. Las constantes alarmas aéreas y frecuentes carreras al búnker con su bebé fueron una de las razones de la separación. "Esta guerra no solo ha dividido a mi familia, sino a millones más”, explica Artem.
Primero, su familia se trasladó a la casa de sus suegros. Recordó con tristeza que dormían en el pasillo por seguridad ya que las alarmas sonaban al menos entre 8 y 10 veces al día. Era difícil dormir. En ese momento, miles de personas hacían cola para cruzar la frontera a pie y su familia tardó al menos seis horas en llegar a Rumanía.
Artem ya había oído hablar del trabajo de World Vision gracias a un familiar, Crenguta Barbosu, que trabaja como gestora de proyectos. Ella le convenció para formar parte como trabajador en estos programas humanitarios. Con su negocio de muebles perdiendo clientes debido a la guerra aceptó el reto y pasó a formar parte de los primeros trabajadores humanitarios en hacer una evaluación de la situación, que durante tres días, fue dirigido por el director del equipo de gestión de catástrofes de World Vision, James Orlando.
De gestionar un negocio de muebles donde supervisaba la producción, las ventas y la distribución en Polonia y China, Artem pasó a ser un trabajador humanitario: "Verme inmerso en las operaciones de ayuda me hizo sentir como si estuviera en otro planeta. Con el tiempo, me he adaptado a esta nueva situación y ahora me encanta lo que hago. He conocido a mucha gente, planificado y supervisado proyectos".
Pero lo que más le entusiasma es dirigir y trabajar con su joven equipo ucraniano, lleno de energía y con ganas de aprender y ayudar
"Siempre cumplimos los plazos porque nadie quiere parar hasta que el trabajo esté hecho; entre todos nos apoyamos para que esto sea así aunque tengamos que dedicar nuestros fines de semana. Cuando mi familia se marchó, me centré en mi trabajo para no echarles tanto de menos", explica Artem.
Licenciado en marketing por la Universidad de Kiev, Artem ha puesto en práctica sus habilidades de liderazgo, logística y relaciones con los socios. "De ser un empresario que solía centrarme sólo en mi trabajo, he pasado a ser una persona que valora mucho el trabajo en equipo y la colaboración con los socios. He aprendido a gestionar muchas cosas que antes no podía ni imaginar, como facilitar la cobertura del seguro del personal", sonríe mientras hace un repaso de lo que ha sido su vida en siete meses.
“¿Qué he aprendido de esta guerra? Que debemos querer generosamente a nuestra familia y amigos y también que debemos expresarlo. A menudo, nos centramos en otros aspectos de la vida y descuidamos lo esencial, a las personas. Debemos encontrar tiempo para encontrar nuestro equilibrio. Es lo que quiero compartir con todos".
"La guerra ha generado mucho odio. Pero a pesar de lo que estamos viviendo, debemos aprender a respetar a todas las personas y dejar de culpar a los demás de todo lo que nos ocurra. Debemos comprometernos y no rendirnos ante las dificultades", concluye con una sonrisa Artem.
Artem Sedin es el director de respuesta a la crisis de Ucrania en la zona de Chernivtsi de World Vision Ucrania. Recientemente ha sido reconocido como Pace Setter en los Premios Humanitarios 2022 de World Vision.
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