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La COVID-19 se puede estar extendiendo sin ser detectada en los campos de refugiados, entre ellos los de toda Somalia, unos asentamientos superpoblados que hoy acogen a unas 2,6 millones de personas desplazadas a causa de las inundaciones y los conflictos.
Preocupación en los campos de refugiados
Según la organización de Naciones Unidas, las recientes lluvias torrenciales que anegaron numerosas zonas de Somalia central en los últimos meses han forzado a casi medio millón de personas a dejar sus hogares. Este país, con cerca de 15 millones de habitantes, ha registrado al menos 2.900 casos y unas 90 muertes por coronavirus, según el cómputo de la Universidad Johns Hopkins.
La suma de estos desplazados ha aumentado la presión demográfica en los cerca de 2.000 campamentos dispersos por este país del Cuerno de África, sumido en un conflicto armado desde 1991 que no tiene visos de finalizar.
El coronavirus entre los más pobres
“Nos preocupa que haya muchos casos de COVID-19 no detectados, en especial en los campamentos de desplazados internos”, señala en una declaración Ana María Guzmán, coordinadora sanitaria del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Esta organización ha sido la primera en alarmar acerca del riesgo de que el nuevo coronavirus se está propagando sin ser detectado entre la población refugiada.
Somalia: sequías, inundaciones, hambre y conflictos
Somalia es un país empobrecido que sufre con regularidad sequías prolongadas e inundaciones repentinas que amenazan los medios de vida de sus habitantes y empeoran el hambre en medio del conflicto entre el Gobierno, respaldado por Occidente, y el grupo militante islamista Al-Shabab.
“Debido al conflicto permanente en Somalia, y también a las inundaciones que padece en estos momentos el país, está aumentando el número de desplazados hacia las zonas urbanas, y esto crea el ambiente perfecto para las enfermedades infecciosas”, describe Guzmán.
El virus podría extenderse silenciosamente por los campamentos
Por consiguiente, los trabajadores de las organizaciones de ayuda humanitaria consideran que el virus podría extenderse silenciosamente por los campamentos con facilidad, ya que en ellos es muy difícil mantener la distancia de seguridad y disponer de agua y jabón para lavarse las manos. Preocupa en especial la capital, Mogadiscio, donde residen unas 800.000 personas desplazadas.
El Ministerio de Sanidad somalí no ha hecho comentarios acerca de esta preocupación, aunque sí el Gobierno, que ha aclarado que “por el momento, no se han registrado casos de COVID-19 en los campamentos de Mogadiscio”, ha declarado el portavoz del Ejecutivo, Ismail Mukhtar Omar.
El Gobierno pretende controlar el virus
En esta línea, “el Gobierno ha tomado medidas firmes e importantes para controlar el virus y aumentar la concienciación entre los desplazados internos, y hemos logrado proporcionarles materiales de prevención, como equipos de higiene”.
Una gran parte de los desplazados internos viven congestionados en campamentos ubicados en pueblos y ciudades de todo el país, trabajan a jornal y tienen un acceso limitado a la sanidad y los servicios de saneamiento adecuados. Según Guzmán, en algunas de las clínicas ya se han atendido casos de diarrea acuosa aguda y sarampión.
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