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La forma en la que se propagan el coronavirus no es siempre la misma. Durante todos estos meses si algo hemos aprendido del virus es que no todos los infectados contagian por igual.
La mayoría de las transmisiones parecen ligadas a eventos concretos y a supercontagiadores. Mientras que algunas personas puede infectar a cientos, otros podrían no transmitir nunca la enfermedad. Si se controlan esos eventos se pueden reducir los contagios sin bloquear un país por completo. Sin embargo, esto exige un trabajo exhaustivo de rastreo para conectar los positivos que se detectan con los eventos donde se contagiaron.
La mayoría de los contagios en España no se han podido ligar a ningún brote conocido
Durante la primera ola de coronavirus se habló mucho de R, o número reproductivo, que mide cuántos contagios se producen de media por cada caso. Por ejemplo, si una persona infectada contagiaba a tres personas, estas contagiarían a tres más, y así sucesivamente, tal como se comporta la influenza. Sin embargo, la COVID-19 no se comporta como una gripe común.
Un estudio publicado por la revista Nature revela que solo unos pocos enfermos son responsables de gran parte de los contagios. Los contagios por Covid-19 se rigen por lo que ocurre en grupos de personas. En concreto, indican que un 80% de las transmisiones se han producido tan solo por un 10% - 20% de casos.
Conocer al detalle este comportamiento del coronavirus, aunque conlleva un duro trabajo
Un coro o una reunión mal ventilada y algunos infectados (quizás gente con gran carga viral o con mucha vida social) son responsables de gran parte de los contagios. Si imaginamos cinco infectados, dos no infectarían a nadie, otros dos infectarían quizás a una persona cada uno y el quinto infectaría a ocho.
Para decidir si el ritmo de una infección es de un tipo u otro, los científicos usan otro parámetro, el factor de dispersión K.
¿Qué es el factor K?
Cuanto menor sea este factor, más transmisiones se producen en aglomeraciones. Y, según un trabajo realizado por el Centro para el Modelado Matemático de Enfermedades Infecciosas (CMMID, por sus siglas en inglés), el K del coronavirus puede ser tan pequeño como un 0.1, menor incluso que el SARS (0.16) o MERS (0.25), y mucho menor que la gripe (1).
El factor K es un parámetro, que ayuda a entender la transmisión en agrupaciones. En definitiva, ha sido muy útil porque puede ayudar entender por qué la Covid-19 llegó antes a unos lugares que a otros.
Se calcula que dado a este factor K, el 80% de los casos son producidos por entre el 10% y el 20% de los positivos.
Un término que también ha ganado relevancia en este intento por entender el comportamiento del coronavirus ha sido el de clusters
El debate sobre la transmisión no está cerrado, pero son cada vez más los estudios y los indicios que enfatizan la importancia de los clusters, que es como se definen los grupos de personas donde se originan los contagios.
Conocer más sobre los clusters podría contribuir a mejorar las políticas para frenar la epidemia y reorientar la forma en la que los casos son rastreados porque ir al origen del brote sería una buena estrategia para cortar las cadenas de contagios.
Si descubrimos que hay lugares y circunstancias donde los brotes son probables, podremos imponer medidas que los eviten. Japón es uno de los países que ha centrado su estrategia en la identificación detallada de cada cluster.
El problema de no tener un buen rastreo es que hace imposible saber en qué lugares se están produciendo los brotes
“Con las capacidades de rastreo de muchas comunidades autónomas, lo más que se puede hacer es confirmar que hay transmisión en los hogares sin poder cuantificar la importancia relativa de cada fuente de transmisión”, afirma Miguel Hernán, catedrático de Epidemiología en la Universidad de Harvard para EL PAÍS. “Un buen sistema de rastreo es de las mejores inversiones económicas, para saber qué actividades son más o menos seguras y hacer cierres muy selectivos".
Ir al origen del brote es una estrategia para cortar las cadenas de contagios. Con el rastreo convencional, la persona contagiada que los rastreadores estudian tiene pocas opciones de haber transmitido la enfermedad. Pero la persona que le contagió a él pertenecerá probablemente al 10% o 20% responsable del 80% de los contagios. A su alrededor puede haber más contagios.
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