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El 48 % de los casos de asma infantil que cada año se registran en Barcelona se pueden atribuir sin ninguna duda a la contaminación del aire que respiran los niños. Y básicamente, a la que produce el tráfico. A las 9 de la mañana, casi todas las escuelas infantiles y guarderías superan los niveles de alerta.
Madrid y Barcelona, en alerta por continuos casos de asma
Un estudio de ISGlobal, centro impulsado por la Caixa, ha cruzado los datos de casos de asma infantil nuevos y la presencia durante el mismo periodo de 2018, de tres componentes de la contaminación atmosférica: dióxido de nitrógeno (NO2), partículas finas en suspensión (PM2,5) y carbono negro (lo negro que emiten los tubos de escape, un fiable indicador de tráfico). Todo eso distribuido por las distintas zonas de la ciudad y su definición socioeconómica. Pretenden así determinar en qué medida inciden las privaciones socioeconómicas en el desarrollo de la enfermedad.
El 48 % de los nuevos casos de asma en Barcelona se deben a la contaminación. Unos 1.200 casos al año que se podrían evitar. “No estamos hablando de una dificultad pasajera para respirar bien mientras se hace ejercicio, sino de una enfermedad que puede llegar a matar y que en todos los casos supone para los niños no tener una infancia en plenitud. Por la contaminación”, advierte el investigador principal del estudio David Rojas, actualmente profesor en la Universidad Estatal de Colorado (EE.UU.) e investigador de ISGlobal.
Desde 2018, la calidad del aire en Madrid tan solo ha vivido una leve mejoría por la reducción del tráfico durante los confinamientos, sobre todo de marzo a mayo de 2020, pero ha vuelto a empeorar con el retorno de los coches, según los datos de las estaciones municipales. Las normas europeas exigen que las estaciones oficiales de medición no superen los 40 µg/m3 (microgramos-metro cúbico) de NO₂ de media anual, algo que Madrid lleva incumpliendo desde 2010. En 2021, de hecho, Madrid ha sido la única ciudad española que incumplió los niveles de contaminación marcados por Europa.
Por otro lado, en Barcelona se indica que 51 centros superan los 50 µg/m3 de media anual en el período lectivo. La mayoría se encuentran en el centro, cerca de dos vías con mucho tráfico, la Diagonal y el paseo de Gracia. Aquí están dos estaciones de medición municipales (la de Gracia-Sant Gervasi y la de Eixample) que desde 2010 a 2019 han superado los límites legales. Sin embargo, con la reducción de la movilidad por la pandemia y la entrada en vigor de la zona de bajas emisiones de Barcelona —en enero de 2020—, en los dos últimos años no se ha rebasado estos niveles.
Las 9 de la mañana, la hora de mayor contaminación
La hora de entrada de los colegios es, sin duda, el pico más alto de contaminación del día. La entrada el colegio es la peor hora, cuando hay más tráfico y cuando la radiación solar y los vientos todavía no han disipado los contaminantes del aire. Pero el hecho de estar dentro no protege de la contaminación de por sí: un estudio de realizado en 2015 en Barcelona concluyó que el 80 % de los contaminantes que se respiran en la calle entran en las aulas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró en 2021 que ese límite de 40 µg/m3 era demasiado peligroso y lanzó la recomendación de no superar los 10 µg/m3 para evitar problemas de salud.
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