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El deporte adaptado es una modalidad que ha permitido facilitar el acceso al deporte de las personas con diversidad funcional y que puedan no solo disfrutar de los beneficios del deporte, sino también forjarse una carrera dentro de él. Sin embargo, aún siguen existiendo barreras para que este sea plenamente accesible a todas las personas. Barreras que van desde las físicas, pasando por las informativas y continuando por las económicas.
Para hablar de todas aquellas que suelen pasar desapercibidas, la agencia de noticias Servimedia, en colaboración con la empresa Liberty Seguros, organizó un encuentro entre importantes representantes de asociaciones dedicadas a la promoción del deporte adaptado, como el Comité Paralímpico Español (CPE), la Federación Madrileña de Deportes para Personas con Discapacidad Física (Fmddf), entre otros, para hablar de estas dificultades.
Solo el 18 % de las instalaciones deportivas están preparadas para el deporte adaptado
Uno de los puntos centrales del diálogo organizado para el título 'La importancia del deporte desde la infancia para el desarrollo y la integración de las personas con discapacidad', giró en torno a las cerca de 70.000 instalaciones deportivas que hay actualmente en España y algunas carencias en cuanto a su capacidad de accesibilidad para la práctica del deporte adaptado.
Concretamente, apenas el 18 % cumple con la normativa sobre accesibilidad para las personas con discapacidad a espacios tan básicos como los vestuarios, algo que se convierte de forma directa en una barrera para el acceso al deporte adaptado, convirtiendo a este colectivo en mero espectador y no en participante.
“Una silla de vida diaria tiene 70 centímetros de ancho y pasa por una puerta de 80, pero una silla de baloncesto en silla de ruedas tiene 105 o una de atletismo en silla de ruedas tiene 110”, explicó Alberto Jofre, director general del CPE, quien además añadió que “cree fervientemente en la inclusión”, que se ha producido en ámbitos como el laboral, el educativo y el cultural, por ejemplo, pero no se ha materializado plenamente en el deportivo.
“Hay una serie de barreras que impiden la práctica fluida y democrática de la actividad deportiva”, remarcaba el director del CPE, señalando además la económica. El acceso al material que hace falta para practicar deporte adaptado puede resultar más costoso, sobre todo si son deportes para personas con discapacidad física. Puso el ejemplo de una familia que podía llegar a gastar unos 300 euros en una bicicleta para un hijo sin discapacidad, pero necesitan 4.000 o 5.000 euros para uno con discapacidad.
También hay una escasez de profesionales
Además de las físicas y económicas, existe otra algo más intangible, la falta de técnicos deportivos cualificados en la enseñanza y el entrenamiento del deporte adaptado, así como la falta de secciones especificas para este colectivo de la población en los clubes deportivos. Según Jofre, los clubes deberían contar con secciones concretas que atiendan las necesidades de estos deportistas, para asegurar su acceso de forma igualitaria, sin suponer un escollo el no contar con apoyo.
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