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Cada 1 de febrero celebramos el Día Mundial del Galgo con el objetivo de crear conciencia y conseguir la protección y el respeto que se merece esta raza canina.
Esta raza está muy maltratada y muchas asociaciones luchan para darles una segunda oportunidad, rescatándolos y buscándoles una familia que les quiera y les respete.
El problema de esta raza es que nunca se había considerado como un miembro de la familia, sino que ha sido utilizada para conseguir dinero de forma fácil.
Un poco de historia del galgo, una raza, posiblemente, faraónica
Según la historia, no se sabe cuándo ni dónde apareció esta raza, pero algunos investigadores encuentran similitudes físicas entre el galgo y los perros que aparecen en las pinturas egipcias.
Pueden que sus raíces provengan del antiguo Egipto, como ocurre con la raza del Podenco. Otras investigaciones aseguran que se parece al Vertades romano.
De momento, la única documentación que data del siglo II a.C es un texto romano escrito por le cónsul de la Bética, donde se hace referencia a una cacería de liebres.
El caso, es que el galgo, es un can de hocico largo, que posee un olfato desarrollado y unas patas largas, complexión que hizo que varios países lo vieran óptimo para llevar a cabo carreras, o correr a la libre, modalidad con la que se conoce en España.
En el caso de España, la temporada de caza, que se inicia en octubre y acaba el 31 de enero es la fecha negra para el galgo. Y es que es en ese periodo cuando viven en zulos oscuros y estrechos, si no les toca a salir a cazar son encerrados, les dan una alimentación escasa o les hacen pasa hambre a propósito.
Y a esta nefasta situación se suma el entrenamiento al que se los somete para correr y cazar, que consta de pruebas inhumanas para cualquier especie del planeta.
La velocidad, el castigo de estos canes
El galgo puede llegar a correr a una velocidad de hasta 69 km/h, cosa que le resultó atractiva a cazadores y apostadores, que vieron un negocio lucrativo muy llamativo.
Pero esta velocidad tiene que pasar un tipo de test, pues si en carrera veloz por la presa algunos se quiebran una pata, acaban siendo descartados.
Esta cualidad del can dio lugar a la reproducción descontrolada para tener perros cazadores y corredores, es decir, como si fueran un objeto para usar con un determinado fin.
Cuando se acaba la temporada de caza, llega también la temporada de abandono masivo, y aquellos afortunados que logran sobrevivir, se quedan en los huesos y con enfermedades.
Es por ello, que cada 1 de febrero, coincidiendo cuando algunos seres decide que "su objeto de cuatro patas" no les sirve y los abandonan, surgieron muchas asociaciones y ONG que realizan una ardua labor de rescate y adopción para darles una nueva oportunidad a estos perros.
Se estima, según las diferentes protectoras de animales, que cada año cerca de 100.000 especies de galgo pueden ser abandonados, maltratados o matados sin ningún miramiento.
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