Las dietas más populares, a examen

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01/05/2021 - 10:00
Verduras saludables / Pixabay

Lectura fácil

No es novedad para nadie que el planeta se halla bajo un estrés que no había experimentado antes. Los seres humanos, en lugar de ejercer una buena mayordomía de la naturaleza, nos hemos convertido en causantes y cómplices de su destrucción constante. El cambio climático está afectando al planeta tierra donde los desastres naturales ocurren con mayor frecuencia y fuerza que antes. Por lo tanto, es tiempo de tomar conciencia, a nivel colectivo e individual, y actuar de forma consecuente, tomando en cuenta que cualquier acción individual, por ejemplo la elección de alimentos, puede ser el granito de arena con el cual la persona contribuye a la preservación del medio ambiente y a la salud pública en general.

Bajo el concepto de "estar a dieta" o "seguir una dieta" se pueden encontrar otras fuerzas motrices como, por ejemplo, aspectos estéticos o de respeto por el medio ambiente.

Las dietas saludables sostenibles son patrones alimentarios que promueven todas las dimensiones de la salud y el bienestar de las personas; tienen una baja presión e impacto ambiental; son accesibles, asequibles, seguras y equitativas; y son culturalmente aceptables.

Los objetivos de las dietas saludables sostenibles son lograr un crecimiento y desarrollo óptimo de todos los individuos y apoyar el funcionamiento y el bienestar físico, mental y social en todas las etapas de la vida de las generaciones presentes y futuras; contribuir a la prevención de la malnutrición en todas sus formas (es decir, desnutrición, deficiencia de micronutrientes, sobrepeso y obesidad); reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación; y apoyar la preservación de la biodiversidad y la salud del planeta.

Es importante determinar las propiedades nutricionales y de sostenibilidad en cualquier dieta

De esta forma, podremos orientar nuestras decisiones hacia la armonía entre beneficios, tanto de salud como ambientales.

Uno de los indicadores ambientales con mayor impacto mediático es la huella de carbono (HC), relacionada con el calentamiento global asociado a la emisión de gases de efecto invernadero. Se define como la cantidad de dióxido de carbono equivalente que un producto genera en un período de tiempo a lo largo de su ciclo de vida.

Existen a su vez diversos indicadores nutricionales en la literatura científica que analizan los beneficios de diferentes patrones dietéticos. Uno de ellos es la dieta rica en nutrientes (NRD 9.3), un valor adimensional relacionado con la ingesta de 12 nutrientes. De ellos, 9 ponderan positivamente (proteínas, fibra, calcio, hierro, magnesio, potasio, vitamina A, vitamina C, vitamina E) y 3 negativamente (sodio, grasas saturadas y azúcares totales), en base a los valores recomendados por la FAO y la OMS.

Sin duda, la alimentación sostenible y saludable podría ser la respuesta contra el cambio climático

La alimentación saludable y sostenible es un modelo de alimentación que tiene como objetivo afrontar las preocupaciones de salud y ambientales asociadas a la producción y consumo de alimentos. Para ello, además de garantizar la salud de las personas, busca promover la producción y consumo responsables, genera un impacto ambiental reducido, lucha contra el cambio climático, respeta la cultura, la biodiversidad y protege los ecosistemas terrestres y la vida submarina.

Este tipo de alimentación, alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, es responsable, sostenible y ético, tanto a nivel local como global con el entorno y con el resto de seres vivos del planeta.

Tipos de dieta

  •  La dieta atlántica. Común en la zona de Galicia y el norte de Portugal, destaca por el consumo de pescado, verduras y hortalizas propias de la zona. También incluye leche y derivados lácteos (en especial quesos); cereales; carnes de cerdo, vacuno y aves y aceite de oliva.
  • La dieta mediterránea. Enfatiza el consumo de verduras, frutas, legumbres y hortalizas, así como cereales integrales, pescado, carnes blandas, frutos secos y aceite de oliva. Se asocia a los patrones dietéticos de los países de la zona mediterránea, fundamentalmente España, Italia y Grecia.
  • La dieta paleo. Está basada en el consumo de alimentos similares a los que se podrían haber consumido durante la era paleolítica, es decir, incluye aquellos que se obtendrían mediante la caza y la recolección como carnes magras, pescado, frutas, verduras, frutos secos y semillas. La dieta paleo limita los alimentos que emergieron con la agricultura durante el Neolítico, como los productos lácteos, legumbres y granos.
  • La dieta vegetariana. Consiste en la sustitución mayoritaria de productos de origen animal por equivalentes de origen vegetal. Aunque no existe un único tipo de dieta vegetariana, podemos caracterizarla por el consumo de frutas, verduras, hortalizas, legumbres, granos, semillas y frutos secos, incluyendo también productos como la leche y derivados lácteos y los huevos.
  • La dieta vegana. En términos generales, se basa en la sustitución total de productos de origen animal por vegetal, y por tanto, evita el consumo de carnes, pescados, leche, yogures, huevos, miel y otros productos animales en la alimentación.
  • La dieta nórdica. Está basada en alimentos procedentes tradicionalmente del norte de Europa: Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia. El consumo prioritario de alimentos se centra en vegetales de hoja verde y de raíz, bayas o frutas del bosque, fruta, cereales enteros, legumbres, lácteos y pescado (típicamente salmón, caballa o arenque, que se consumen varias veces a la semana).
  • La dieta andina. Es aquella dieta conformada por todos los productos oriundos del Perú. Incluye papas, multitud de cereales (como la quinoa, maca y kiwicha), frutas (como la guanábana, el aguaymanto y la carambola), mariscos y pescados (ingredientes esenciales del cebiche).

Las dietas atlántica y mediterránea obtienen datos muy similares: entre 3 y 3,5 kg de CO₂ por persona y día y un índice NRD 9.3 de entre 610-640. Estas cifras se pueden explicar a partir del análisis de los dos puntos fuertes comunes de ambas dietas: la variedad de alimentos en los diferentes grupos de la pirámide alimentaria y el énfasis en los productos locales.

Por otra parte, los valores de la dieta vegetariana están muy próximos a los de ambas dietas atlántica y mediterránea, siendo la dieta vegana la que presenta valores ligeramente mejores en ambos indicadores. La principal diferencia entre la vegana y la vegetariana está en la leche y los derivados lácteos, que tienen un mayor impacto en la huella de carbono. La dieta andina también presenta un excelente equilibrio entre los aspectos nutricionales y de sostenibilidad. El excesivo consumo de carne supone un lastre importante en la dieta nórdica y paleo.

Como consumidores también podemos contribuir a una alimentación más sostenible. «Porque es importante, lo que comemos, las proporciones entre alimentos animales y vegetales en nuestros platos, el agua y las bebidas que consumimos, especialmente si se trata de bebidas embotelladas, la cantidad de alimentos ultraprocesados, y de aquellos que usan plástico para envasarse,además del despilfarro alimentario, etc.», puntualiza Anna Bach.

¿Qué podemos hacer como consumidores para que nuestra alimentación sea más sostenible y saludable?

  1. Comer menos carnes rojas y procesadas.
  2. Consumir más productos locales, de temporada y mínimamente procesados.
  3. Aumentar el consumo de leguminosas y de frutos secos como fuente de proteína vegetal.
  4. Incrementar el consumo de frutas y hortalizas.
  5. Tomar más cereales y alimentos ricos en almidón.
  6. Mantener el consumo de lácteos.
  7. Planificar las comidas o aprovechar las sobras contribuye al cambio para evitar el despilfarro.

Por lo tanto, apostar por una alimentación saludable y sostenible es invertir en salud. Es importante promover una alimentación suficiente, completa, equilibrada, satisfactoria, segura, adaptada al comensal, al entorno, sostenible y asequible. Y en definitiva, trabajar para transformación global del sistema alimentario.

En definitiva, ser constantes en seguir una dieta variada basada en la producción local y de temporada, como pueden ser en España la dieta atlántica y la dieta mediterránea o en Perú la dieta andina, es siempre una buena opción para nuestra salud y la del medio ambiente.

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