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Washington, 22 abr (EFE).- En medio de la temida guerra comercial internacional entre EE.UU. y China, la asamblea de primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial que concluye hoy ofreció las primeras señales de disposición del Gobierno de Donald Trump a trabajar dentro del orden multilateral.
La semana comenzó el martes con el informe de Perspectivas Económicas Mundiales del Fondo que advertía que una escalada de proteccionismo comercial, con acciones recíprocas entre EE.UU. y China, podría "hacer descarrilar el sólido crecimiento económico global", estimado en un 3,9 % tanto para 2018 como para 2019.
Durante toda la semana, las alertas sobre los efectos negativos de un conflicto comercial se sucedieron en las conferencias y conversaciones en la asamblea.
No obstante el sábado, en la conferencia de prensa de cierre, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, afirmó que hubo un "impulso importante" hacia el diálogo para solucionar las tensiones entre las dos economías más grandes del mundo.
"Vamos a continuar con este diálogo de forma pacífica, discreta. No lo vamos a hacer necesariamente en presencia de la prensa o mediante comunicados. Vamos a trabajar basándonos en el libre comercio, en sus reglas y en la de las instituciones internacionales", comentó Lagarde.
Poco después se conocía que el BM, principal institución de desarrollo internacional, alcanzaba un acuerdo de principios para un aumento de capital de 13.000 millones de dólares.
"A través del histórico acuerdo, nuestros accionistas han demostrado claramente una renovada confianza en la cooperación global y apreciamos enormemente este fuerte apoyo de nuestros países miembros", dijo el presidente del BM, Jim Yong Kim.
El pacto cuenta con el respaldo del Gobierno del estadounidense Donald Trump, quien había sido muy crítico con la institución multilateral por su falta de eficiencia y considerar que el volumen de préstamos a China era excesivo.
El secretario del Tesoro de EEUU, Steven Mnuchin, que participó en la asamblea de primavera de ambos organismos, aplaudió el acuerdo, sin mencionar en ningún momento a Pekín.
"Modificará de manera significativa los créditos hacia países más pobres" y hará que "las economías que han visto aumentar su riqueza buscarán la financiación de los mercados para sus necesidades de financiación", sostuvo Mnuchin.
El giro estadounidense, que en octubre pasado bloqueó las conversaciones sobre este tema y era imprescindible ya que es el único países con derecho a veto en el organismo, es una señal de que el Gobierno de Trump parece haber dejado a un lado algunos de sus recelos con el multilateralismo.
"El Banco Mundial y el FMI son pilares del sistema internacional tras la Segunda Guerra Mundial. Usar las instituciones existentes para contener a China a la vez que ponen en cuestión su eficacia podría parecer una contradicción", comentó a Efe Eric Farnsworth, vicepresidente del centro de estudios Council of the Americas.
Washington aceptó tras lograr imponer algunas de sus condiciones para el incremento de capital.
Este aumento incluye, entre otros elementos, reformas internas en el BM, como reducir progresivamente los préstamos subsidiados a los países a medida que aumenta su nivel de ingresos, exigencia dirigida a China cuya economía ha crecido notablemente en los últimos años y que ha recibido numerosos créditos para el desarrollo.
"Las últimas señales de la Casa Blanca sugieren que Trump ha encontrado la utilidad de trabajar junto con sus aliados para encarar a China", explicó a Efe Jacob Kirkegaard, investigador del centro Peterson Institution.
Kirkegaard agregó que, a su juicio, "los riesgos de una guerra comercial son exagerados y puede que hayamos pasado ya el pico del unilateralismo de Trump".
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