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España, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, considera que la cooperación para el desarrollo sostenible y la ayuda humanitaria internacional son obligaciones del Estado dentro de su acción exterior. El objetivo del Ministerio es mejorar la calidad de vida en todos los aspectos de los países más desfavorecidos, con el fin de erradicar la pobreza e impulsar un desarrollo mundial más sostenible y equitativo.
"Actuemos ahora porque la Tierra está sangrando. Actuemos ahora porque los problemas de la gente no pueden esperar". Esas palabras de Pedro Sánchez, pronunciadas ante la Asamblea General de la ONU en septiembre del 2019, contrastan con la cruda realidad de la inversión española en ayuda al desarrollo durante ese mismo año.
Lo cierto es que España continúa por octavo año consecutivo en el vagón de cola de la Unión Europea en materia de cooperación internacional, por detrás de Hungría.
España, en niveles de ayuda para el desarrollo de 1990
Los países más ricos del planeta se comprometieron a destinar el 0,7% de su Producto Interior Bruto a la cooperación para el desarrollo de los más pobres. España estaba entre los segundos: los que recibían ayuda, hasta que en la década de los ochenta prosperó lo suficiente como para estar en posición de apoyar a otros.
Salvo en un breve período entre 2006 y 2010, el titular ha sido desde entonces el mismo: España está a la cola de Europa en los niveles de ayuda al desarrollo. Así lo denuncia el informe anual AidWatch, de la Confederación Europea de ONG para la Ayuda y el Desarrollo (CONCORD).
Mientras la media europea se sitúa en un 0,46%, España apenas destinó un 0,19% de su Producto Interior Bruto (PIB) a estas políticas. España sigue muy lejos del histórico 0,7%, de cuyo compromiso, adquirido en mayo de 1972 por la comunidad internacional, en el marco de una conferencia sobre comercio y desarrollo de Naciones Unidas, se cumplirá pronto medio siglo.
En el 2019, la ayuda oficial al desarrollo española creció levemente en comparación con el 2018
“Confío en que las cifras de este año no sean las que refleja este informe”, apunta Ángeles Moreno Bau, secretaria de Estado de Cooperación para el Desarrollo.
Con unos presupuestos todavía prorrogados, este 2020 se ha hecho “arquitectura financiera” para aumentar el compromiso de España con el progreso de los más pobres, apoyarles para afrontar la pandemia y volver a financiar entes multilaterales como el Fondo Global contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis (con 100 millones) o la Alianza Global para la Vacunación y la Inmunización (Gavi).
En el 2019, la ayuda oficial al desarrollo española creció levemente en comparación con el 2018, pasando del 0,18% al 0,19% del PIB, lo que supuso un incremento del 10%, entre 2.200 y 2.400 millones de euros. España completa así ocho años por debajo del 0,2%.
"Pero lo que deteriora fundamentalmente la calidad de la ayuda oficial al desarrollo es que esta se sigue inflando y condicionando a intereses del país, de tal forma que uno de cada diez euros contabilizados como tal no se destinan a luchar contra la pobreza en los países que más se necesita", critica la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo en su análisis del informe AidWatch 2019.
El Gobierno contabiliza como ayuda al desarrollo partidas que no lo son
"La razón de fondo son las actividades desarrolladas en España para atender a las personas refugiadas, que aumentaron al 11% de la ayuda total, un 15% más que el año pasado", apuntan desde la Coordinadora.
En el caso de la ayuda bilateral, este porcentaje asciende al 42,8%, lo que sitúa a España en el tercer puesto por el final, en comparación con los países que conformaban la Unión Europea de quince estados.
El informe AidWatch demuestra que, además de en cantidad, España debe mejorar en calidad. Los fondos destinados a ayuda humanitaria son irrisorios: solo se destina a esta partida el 2,6% del montante total destinado a cooperación, una cantidad claramente insuficiente en un contexto de complejas crisis humanitarias, y muy alejada de la media europea (7,5%) o de las recomendaciones del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE (10%).
Pedro Sánchez anunció que habrá un incremento de un 20% en la partida de Ayuda al Desarrollo
Esto supondría que unos 500 millones de euros adicionales se sumarían a los 2.400 de 2019. Sin confirmar la cifra hasta que se publique el texto definitivo, Moreno Bau explica que la subida no puede ser mayor hasta que se reforme el sistema de Cooperación Española. “Hay que poner la casa en orden para ejecutar eficazmente”, explica. Esto significa que antes de aumentar más la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) hay que aprobar una nueva ley de cooperación que sustituya la de 1998, reformar la Agencia de Cooperación Española (Aecid) y adaptarse al Neighbourhood, Development and International Cooperation Instrument (NDICI) de la Unión Europea. El plan es acabar este proceso en 2021, dice.
Cooperación y ayuda al desarrollo, si no es ahora, ¿cuándo?
Los Presupuestos Generales para 2021 deben garantizar la reconstrucción sin dejar a nadie atrás. El desafío es muy grande; las cuentas deben conjugar respuestas inmediatas, solidarias y a largo plazo que cuenten con medios a la altura de los retos que enfrentamos.
Si algo ha demostrado la pandemia del coronavirus es que estamos interconectados, que los problemas son comunes y comunes deben ser las soluciones. La mala noticia es que cuando más se necesita la cooperación, más debilitada está.
Es el momento de políticas públicas que sitúen en el centro los derechos humanos, el cuidado de la naturaleza y la dignidad de la vida. En este sentido, la Agenda 2030 es un marco de referencia: apuesta por respuestas intersectoriales a problemas complejos; y además, defiende la cooperación internacional y la ayuda al desarrollo para la solución de problemas que nos son comunes.
La cooperación y ayuda al desarrollo es una pieza fundamental en un contexto mundial de múltiples y profundas crisis. Por eso, es necesario cambiar el rumbo y sacar a España del bache en el que se ha instalado desde hace una década.
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