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Como todos sabemos, los test de antígenos en España son de venta exclusiva en farmacias. Hay quien achaca a esta circunstancia tanto unos precios que, al menos hasta su limitación por orden oficial, se juzgaban excesivos, así como la carencia de los mismos, que se ha notado más cuando la explosión de la variante Ómicron y el desbordamiento de la atención médica primaria ha hecho preciso que la población se autocontrole.
Ahora que hemos dejado de hacer cola para conseguir estos test Covid, el Gobierno ha decidido fijar su precio en 2,94 euros. Salen a nada en comparación con los 15 eurazos que llegamos a pagar en España.
Las farmacias aplauden el precio fijo y asumen las pérdidas económicas. Defienden que habían solicitado desde hacía meses una tarifa única para evitar la especulación y lamentan que la medida llega tarde, lo que les obliga a vender las pruebas en stock por debajo del coste.
La ministra Darias dice que el precio fijado por el Gobierno es "el más asequible posible para encontrar un equilibrio". Se referirá al equilibrio entre farmacias y proveedores porque con los productos de primera necesidad para la Covid, la población camina en la cuerda floja.
La venta de estos productos en establecimientos como supermercados se da en muchos países europeos, como Portugal, Francia o Alemania. En España no es posible, pese a que se venden en estos establecimientos algunos artículos de uso común en esta pandemia, como las mascarillas y, ya antes, algunos otros objetos médico-sanitarios (lo que en su día tuvo fuerte oposición de las farmacias).
El Consejo General de Colegios Farmacéuticos y la Federación de Distribuidores Farmacéuticos (Fedifar) afirma que van a perder dinero. Les toca venderlos por debajo del precio al que los adquirieron.
En las Navidades la demanda de test fue un 1200 % superior y solo se venden en farmacias
Estos establecimientos los compraron caros, pero no los vendieron con rebaja. A eso súmale que llevamos dos años sumando a la economía doméstica mascarillas diarias, ahora FFP2 por la sexta ola.
En cualquier caso, la culpa es del Gobierno por tardar en regular los precios. Dicen que querían asegurar el abastecimiento, pero les fue regular.
Desde el comienzo de la pandemia, las farmacias se han mantenido en primera línea
La pandemia de la COVID-19 ha cambiado la realidad del sistema sanitario. Las farmacias han implementando nuevos servicios asistenciales para contribuir a la salud pública y haciendo frente a la situación sanitaria compleja provocada por el coronavirus.
Se pusieron a disposición de las autoridades para colaborar en la detección y prevención de la COVID-19. Además, los farmacéuticos han jugado un papel clave en educar a la población sobre la COVID-19, transmitiendo información veraz, alertando sobre “fake news” y desmintiendo bulos relacionados con el coronavirus y las vacunas.
¿Pero cuánto han ganado?
Las farmacias de paso o situadas en centros comerciales han cerrado el año con una facturación más baja, ya que durante el periodo de confinamiento su actividad disminuyó mucho y no han conseguido remontar a final de año.
Asimismo, las farmacias cercanas a centros de salud han disminuido también considerablemente sus ventas porque se incluían los medicamentos en la receta electrónica de cada paciente y estos lo compraban en su farmacia más cercana o porque incluso algunas de ellas tuvieron que llegar a cerrar.
Finalmente, la facturación de las farmacias de barrio se ha visto notablemente incrementada debido a que la gente durante el confinamiento iba a su farmacia más cercana dejando de lado a las de paso en su día a día.
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