Lectura fácil
Lo sucedido con Daenerys, la 'khaleesi' en el penúltimo episodio de 'Juego de Tronos' puede que no sea tan sorprendente, al fin y al cabo.
[¡Atención! Este artículo contiene spoilers sobre los primeros cinco episodios de la octava temporada]
"Cuando un Targaryen nace, los Dioses lanzan una moneda y el mundo contiene el aliento"
Esa profecía, de las más antiguas de la historia de Poniente y de 'Juego de Tronos', la recita Varys ante Jon Snow, segundos antes de anunciarle su apuesta por él para el Trono de Hierro en detrimento de Daenerys.
"No sé aún donde ha caído su moneda, pero estoy seguro sobre la vuestra. Vos reinaréis bien y sabiamente, mientras que ella..."
"Ella es mi reina"
Instantes después, y traicionado por su viejo amigo Tyrion, Varys arde en el fuego de Drogon por orden de Daenerys.
La khaleesi se quita de en medio a su consejero, sin duda el mejor jugador del juego que quedaba vivo en los Siete Reinos.
Rencores que no se pueden llamar injustificados, pues por olvidarse de su gran objetivo, el Trono de Hierro, la Rompedora de Cadenas ha perdido a Missandei, su mejor amiga; a Jorah Mormont, su más fiel consejero; a Qhono, el líder de sus dothrakis; a dos de sus dragones (Rhaegar y Viserion); a la mayoría de su ejército e incluso la pasión de su amado Jon.
El final de Daenerys sigue siendo el mismo de siempre
Como si tiene que quemar vivas a miles de personas. La clemencia no es debilidad. Es nuestra fuerza. ¡Dracarys!
Daenerys no duda en extorsionar y amenazar una vez más al enano, de los pocos seguidores (o el único junto a Gusano Gris) que le quedan.
Muchos consideran injustificado el giro de Daenerys, aunque lo cierto es que se veía venir.
El enano lleva tiempo sabiendo cómo se las gasta Dany, a la que ha visto quemar a muchas personas en su lucha por el poder.
Sam, mejor amigo de Jon y un pozo de inteligencia y bondad, también lo tiene claro. "Tú renunciaste a tu Corona por ayudar a tu pueblo. ¿Haría ella lo mismo?", le dice a su amigo en el primer capítulo de esta octava temporada.
Ya en la primera temporada y en un atisbo de locura, Daenerys se metió en la pira en la que iba a ser incinerado Khal Drogo. Salió indemne y con tres dragones, pero podría haberse visto reducida a cenizas.
"Tus acciones del pasado te han llevado donde estás ahora", suele repetir una y otra vez Bran Stark
Bajo esa óptica, es más sencillo entender a Daenerys en su determinación de quemar la capital de Poniente.
David Benioff, uno de los dos creadores de la serie, explica que "si las circunstancias hubieran sido diferentes, no creo que esa parte de Daenerys hubiera salido a la luz. Si Cersei no la hubiera traicionado, si no hubiera ejecutado a Missandei, si Jon no la hubiera dicho la verdad... si todas esas cosas hubieran sucedido de otra manera, creo que no estaríamos viendo este lado de Daenerys Targaryen".
"No creo que lo decidiera antes de tiempo. Pero cuando ve la Fortaleza Roja, el hogar que construyó su familia hace 300 años... es en ese momento cuando se da cuenta de todo lo que le ha sido arrebatado. Cuando toma la decisión de llevárselo todo a lo personal", agrega su compañero, D. B. Weiss.
La locura de los Targaryen
Es en ese instante, así las cosas, cuando Daenerys, que ya dejó a un lado su amor por Daario en su cruzada por el Trono de Hierro, termina de consumar la conocida como 'Locura de los Targaryen' y decide destruir Desembarco del Rey y las miles de almas inocentes que allí habitan.
Porque Daenerys destruyó la ciudad, lo mismo que planeaba hacer su padre, Aerys II Targaryen, el Rey Loco, antes de ser detenido por Jaime Lannister.
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