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Hace 10 días marcábamos el primer aniversario del brutal ataque terrorista perpetrado por Hamás contra Israel, que dejó más de un millar de muertos. En respuesta, el gobierno de Benjamín Netanyahu comenzó una serie de bombardeos que no han cesado durante todo el año, afectando principalmente a la Franja de Gaza.
El conflicto, conocido por el "fatídico 7 de octubre", ha dejado una estela de destrucción y ha generado millones de desplazados. Según el padre Gabriel Romanelli, párroco de la única iglesia católica de Gaza, la parroquia de la Sagrada Familia ha acogido a 500 refugiados en medio de la devastación.
La comunidad cristiana y los desplazados
La iglesia de la Sagrada Familia, situada al norte de Gaza, ha sido un refugio vital para aquellos que lo han perdido todo debido a los continuos bombardeos. "Nos angustia no saber cuánto tiempo más durará esta guerra", señala el padre Romanelli, quien ha sido testigo directo de la creciente violencia y el desplazamiento masivo. Según el Informe Global sobre Desplazamiento Interno (GRID) 2024, el último trimestre de 2023 vio 3,4 millones de desplazamientos internos en Palestina, siendo Gaza uno de los epicentros de la crisis.
En este contexto, la pequeña comunidad cristiana de Gaza, que apenas contaba con 1.017 personas antes del conflicto, ha visto cómo su número ha disminuido drásticamente, con 43 feligreses que han perdido la vida debido a los bombardeos o la falta de medicinas. A pesar de ello, la comunidad cristiana sigue adelante, encontrando fuerza en la parroquia, la cual han apodado como "lo de Jesús", su único refugio.
Personas con discapacidad: una lucha diaria
Entre los refugiados de la parroquia de la Sagrada Familia se encuentran 60 personas con discapacidad, la mayoría musulmanes, que reciben cuidado gracias a la colaboración de la Diócesis y el gobierno israelí. "Tenemos a 58 personas con discapacidad, algunas de ellas dependen de respiradores y medicamentos, pero el acceso a electricidad es limitado", comenta el padre Romanelli. Aunque cuentan con dos generadores, la dificultad para conseguir baterías representa un obstáculo adicional en su lucha diaria por la supervivencia.
Muchos de los refugiados sufren enfermedades crónicas, y el acceso a atención médica es extremadamente limitado. La parroquia ha tratado de responder a estas necesidades como puede, proporcionando alimentos no perecederos y, en ocasiones, logrando distribuir productos frescos gracias a donaciones de organizaciones como Cáritas. A pesar de los desafíos, el padre Romanelli destaca la resiliencia de la comunidad: "Hace poco logramos distribuir verduras y manzanas, ayudando a más de 3.100 familias en Gaza".
Un conflicto interminable
Para quienes habitan la parroquia, la guerra nunca cesa. El 1 de octubre, el sonido de proyectiles iraníes sobrevolando Gaza les recordó que la violencia está siempre presente. "Todos los días son guerra aquí", afirma Romanelli, quien recalca que el conflicto no comenzó hace un año, sino que Gaza ha sufrido una serie de guerras previas.
Amnistía Internacional calcula que, en el último año, han muerto casi 42.000 personas en la Franja de Gaza, incluyendo a más de 11.000 niños. Mientras tanto, cerca de dos millones de personas han sido desplazadas y 96.000 han resultado heridas. En medio de esta tragedia, la parroquia de la Sagrada Familia sigue siendo un faro de esperanza para medio millar de refugiados, personas con discapacidad y heridos por los ataques, ofreciendo un espacio de refugio y humanidad en un territorio devastado por la guerra.
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