Lectura fácil
La aparición en España de un llamado “frente popular” de nuevo, la alianza o cohabitación del PSOE con los comunistas, apoyados por separatistas y anarquistas, no parece despertar en las actuales generaciones el temor o rechazo. Esa indiferencia hacia tal figura política se basa en que sistemáticamente en nuestros colegios y universidades, así como en la mayoría de los medios de información, se ha predicado una aberración llamada “memoria histórica” que no deja de ser un recuerdo partidista subjetivo de acontecimientos ocurridos en el pasado según un punto de vista manipulado ideológicamente, ya que estas nuevas generaciones no pueden tener ni a favor ni en contra recuerdos o memoria de cuestiones que ocurrieron en el tiempo de sus abuelos.
Pero como en la tragedia de la vida, los pecados de los padres los acaban pagando sus hijos
Las consecuencias de dicha ignorancia histórica las sufrirán igualmente, ya que parece que solo se aprende cuando se sufre en carne propia. Visto lo visto, las alternativas en principio ante nosotros son las siguientes: que dicha alianza no cuaje y se llegue a un amplio acuerdo con el resto de partidos constitucionales, difícil, pero posible, dadas las características de los actores en cuestión, de hecho en el pasado tantas corrientes de izquierda juntas nunca se han puesto de acuerdo, antes de mucho tiempo, acaban por degollarse entre ellos. Los daños que tal cohabitación puedan producir serán menores cuanto menor sea el tiempo que dure su influencia. Si tal situación se prolongase la crisis económica y social no tendría precedentes en nuestra historia reciente. Salvo que en un acto de malabarismo ideológico o de pura necesidad, semejante alianza no lleve consigo una política económica de corte “podemita” sino conservadora, en cuyo caso la UE no intervendría, en tal escenario las bases de la izquierda se rebelarían contra sus representantes.
Por el contrario si se llevaran a cabo las propuestas económicas y territoriales de estos grupos, el gasto y el descontrol se dispararían, si ello fuera posible, pues sin el apoyo institucional del BCE no habría dinero disponible, y si se vulnerasen sus indicaciones, como Grecia en un primer momento, sufriríamos algo equivalente a lo que les ocurrió a los griegos, “corralito”…
La alternativa era salirse del Euro, volver al Dracma y sufrir una previsible inflación, huida de recursos y quiebra, o plegarse a la disciplina monetaria impuesta. Varufakis fue retirado y un partido comunista como Tsipras tuvo que arrugarse y cumplir si no quería ver a su país en escombros. Grecia aceptó las condiciones, pero que nadie se engañe, las estrecheces, recortes y penurias que han sufrido los griegos durante estos últimos años fueron incontables, con el agravante que cualquier protesta o negativa acarrearía unas consecuencias mucho peores.
En las siguientes elecciones se produjo un giro al sentido común
Los sufrimientos pasados, algunos quizá merecidos por abusos anteriores y otros inducidos por el sistema y el experimento, no se los quitó nadie de encima.
Así es la cruda realidad económica al margen de cualquier entusiasmo revolucionario. La alternativa utópica sería el triunfo de la “causa”, está a la vista Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia como nos recuerdan continuamente los antiguos habitantes de la Europa del Este, con su muro y sus racionamientos…
Parece ser que en España, si nos dejamos llevar por los resultados electorales, podríamos llegar a la conclusión de que aparte de los doctrinarios de siempre hay por lo menos la mitad de unas nuevas generaciones y algunos no tan jóvenes, que aspiran a cambiar el mundo para orientarlo hacia ese sueño hace tiempo arruinado del socialismo marxista aderezado de románticas repúblicas independientes. Ninguno de estos votantes ha vivido bajo un régimen de esas características, lo cual pone de manifiesto la ingenuidad de muchos, pero sobre todo la ignorancia y falta de información realista objetiva o difusión de la misma, a la que nos han sometido durante estos últimos años subrepticiamente unas minorías marxistas y separatistas que han dominado los medios y la educación.
Por ello no deja de ser preocupante el que la presencia de una alianza como la que representa un nuevo frente popular en España, a muchas personas no les produzca una sensación de vértigo y desolación. Quienes lo han vivido lo recuerdan y no precisamente con satisfacción. Recuerdo la frase de un amigo de mi padre que había sido en su día diputado en el Congreso en tiempos de la República, primero exilado y luego residente en E.E.U.U en donde ostentó importantes cargos académicos. De vuelta a España, años después de la transición, invitado por el gobierno, ante un discurso de Alfonso Guerra en su época revolucionaria, comentó:”Otra vez no por favor…”y con la misma se volvió a impartir clases a su “college” en Nueva Inglaterra. Pues otra vez sí…
Solo se me ocurre como recurso de última instancia, aunque lo hagan por puro interés, que ese Banco Central Europeo y sus “hombres de negro” nos intervengan de una vez para tristemente salvarnos de nosotros mismos. Que nos echen un salvavidas como a Grecia, para que por lo menos tras un período de penuria podamos salir del túnel…
Añadir nuevo comentario