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El presidente de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2), Javier Brey, y el presidente de Mibgas, Raúl Yunta, coinciden en que el hidrógeno será el vector energético clave para la descarbonización y que España está muy bien posicionada para desarrollar esta tecnología, especialmente de la mano de los fondos de recuperación europeos Next Generation.
Green Hidrógeno Cantabria, Corredor Vasco del hidrógeno, Clúster del Hidrógeno Verde de Castilla-La Mancha, Consorcio del Hidrógeno Verde de Cataluña, Valle del Hidrógeno de las Tierras del Ebro de Tarragona... Son algunas de las agrupaciones estratégicas que han despegado en distintas autonomías para competir en la carrera por el hidrógeno como gran fuente energética del futuro.
A las plataformas citadas se suman iniciativas similares en otras regiones, como Andalucía, Murcia, Galicia o Asturias. La lista de proyectos es amplia y con grandes inversiones previstas, en busca de los fondos europeos Next Generation para la recuperación económica. En torno a la industria del hidrógeno, empresas e instituciones españolas han diseñado proyectos que suman miles de millones de euros.
El hidrógeno ha llegado para quedarse porque es una apuesta a nivel global
En concreto, el hidrógeno es una solución global para la descarbonización, y por la bajada del precio de las energías renovables, es la materia prima para la producción del hidrógeno verde.
Yunta, que coincidió con Brey en el papel relevante que el hidrógeno verde jugará en el futuro sistema energético español, manifestó que “para que el hidrógeno sea útil debe ser competitivo”. En este sentido, recordó que “la electrólisis todavía no ha alcanzado el nivel de competitividad suficiente; vamos por el buen camino, y la hoja de ruta aprobada por el Gobierno es un buen paso para ello”.
Insistió también en que “para que haya hidrógeno verde competitivo tiene que haber electricidad renovable muy barata”. En este sentido, Yunta también destacó la necesidad de acelerar el desarrollo de las certificaciones de origen para garantizar señales de mercado, un hito en el desarrollo tanto del hidrógeno como del resto de gases renovables que está establecido en la Directiva de Renovables.
El hidrógeno verde es una sólida oportunidad de industrialización
Todas las provincias de España tienen proyectos, con una inversión total superior a 10.000 millones de euros. La maduración tecnológica del hidrógeno o el abaratamiento de componentes y tarifas de las renovables, pero sobre todo la mayor fuente de motivación: la necesidad en forma de descarbonización van a ser asumidas como el amigo público nº 1 en Europa y cada vez más países del resto del globo.
De hecho esa necesidad avanza bastante más rápido que su respuesta, como clamaba en febrero Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, ante un informe demoledor sobre un ritmo de descarbonización global, muy por debajo del mínimo establecido por el Acuerdo de París: “Tenemos que tomar decisiones que aceleren y amplíen la acción climática en todo el mundo, ya”.
Pero, hoy por hoy, hacen falta aún mucha tecnología e infraestructura, como señala Tomás Malango, responsable de Hidrógeno en Repsol, con diferencia la empresa que más hidrógeno produce y consume (en refinerías) y que más invierte en su futura conversión a hidrógeno verde. “Hay voluntad política, importantísimo, pero también barreras. Hacen falta incentivos a la producción y al consumo, abrirse a todas las tecnologías que también descarbonizan, como los biocombustibles y los combustibles sintéticos, infraestructuras y agilizar una burocracia que hoy complica los proyectos. Si se conceden los permisos como hasta ahora, no llegamos a cumplir los objetivos. Y fundamental, un desarrollo tecnológico que permita reducir su coste para que sea rentable”.
Si hoy el 95 % de la producción mundial emplea gas natural y carbón, no electrólisis, es por la intratable razón de ser bastante más barata.
Casi todos los expertos coinciden en que merece la pena el esfuerzo por el potencial de España y sus ventajas competitivas
En primer lugar, una abundancia de recurso renovable muy por encima de su capacidad de consumo máximo.
Su proyección exportadora apunta a Europa del norte, donde falta sol para producir y sobra desarrollo para consumir energía en grandes cantidades. Para garantizar el abastecimiento, Bruselas quiere instalar en territorio comunitario 40 gigavatios de electrolizadores en una década, más otros 40 cerca de sus fronteras, al este del continente y el norte africano. España puede sacar provecho incluso de ser el corredor para esas infraestructuras de suministro desde el sur.
Sería una oportunidad de reindustrializar Europa gracias a su compromiso, sin casi rival en el planeta, con la descarbonización. Podría liderar la economía sostenible para compensar la pérdida de otros trenes como el de la digitalización dominada por Estados Unidos.
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