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Desde 2003 al mes de mayo de 2020 se han registrado 1.494 huérfanos de mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas.
Estos datos se refieren a las primeras 1.000 mujeres víctimas de la violencia de género comprendidas en ese periodo de tiempo.
Así lo registran los datos aportados por Joaquín García Cazorla, portavoz del Fondo de Becas Soledad Cazorla, que trabaja en conjunto con la Fundación Mujeres dando auxilio a los huérfanos de la violencia de género.
Las cifras de huérfanos causados por la violencia de género son abrumadoras
De los 765 menores que perdieron a sus madres como consecuencia de estos crímenes, 499 eran hijos o hijas de los agresores, mientras que los 266 restantes eran resultado de relaciones previas o posteriores de las víctimas.
Sólo 105 de estos huérfanos reciben una prestación o pensión de orfandad. "Si bien esta ayuda ha supuesto una mejora considerable para las familias más vulnerables, recordamos que no cuenta con una cobertura universal de las familias que se hacen cargo de los huérfanos y las huérfanas de la violencia de género" apunta el portavoz de Becas Soledad Cazorla.
García destacó que la prestación "está condicionada al nivel de renta de las familias y porque el requisito de orfandad absoluta asimilable deja fuera supuestos que pueden darse de forma habitual".
"Por ejemplo, aquellos en los que el padre no sea el condenado por el asesinato u homicidio o los casos en los que las familias adopten a los huérfanos como consecuencia de los crímenes de violencia de género", explicó García Cazorla en rueda de prensa virtual.
Las Becas Soledad Cazorla supusieron un rayito de luz para los huérfanos y sus familias
Con el fin de poder otorgar una ayuda a estos niños y niñas y a sus familias nació el Fondo de Becas Soledad Cazorla hace cuatro años. Tan solo en 2019, cabe destacar que dedicó 57.000 euros para este fin.
La gran parte de dichos fondos fueron destinados a gastos de material y refuerzo escolar. Además, también fue dirigido al apoyo psicológico para ayudar a los menores a superar la situación.
Durante este 2020 estas organizaciones trabajan duramente para aumentar el número de becas
La gran mayoría de estos niños y niñas también son víctimas directas de la violencia de género, y cuando sus madres son asesinadas, ellos pasan al cuidado de familiares que se hacen cargo de su tutela.
Según indica el informe realizado por Fundación Mujeres y el Fondo Soledad Cazorla, esas familias tienen que plantarle cara, como buenamente pueden, a la tragedia que supone el asesinato y, en muchas ocasiones, enfrentarse a la vez a las dificultades económicas y personales que pueden suponer acoger a los menores.
A esto hay que sumar el hecho de que los propios huérfanos presentan graves secuelas de la violencia de género que han tenido que vivir, la falta de sus madres y la estigmatización que les puede suponer ser hijos de un asesino.
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