La lucha incansable de Irene, una madre con discapacidad visual, por la seguridad de sus hijos en la parada del autobús escolar

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05/02/2024 - 09:07
Una vilalbesa denuncia la situación de inaccesibilidad en su día a día

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Irene Castro, una mujer de Vilalba con una discapacidad visual del 55 %, denunció la inseguridad al llevar a sus hijos, uno de ellos con autismo, a la parada del autobús escolar. Pide que se habilite una antigua parada cerca de su casa para evitar peligros en la carretera y reducir el trayecto. "Es una inseguridad total para mí porque no veo bien y también para mis dos hijos. Necesitamos una solución", expresó.

Una lucha contra la falta de accesibilidad en lugares públicos

Irene Castro, residente del municipio lucense de Vilalba, ha levantado su voz para denunciar la inseguridad que enfrenta diariamente al acompañar a sus hijos a la parada del autobús escolar. Con una discapacidad visual del 55 %, su preocupación se intensifica al tener uno de sus hijos diagnosticado con autismo.

Durante una declaración pública, esta madre coraje ha hecho un llamado a todas las autoridades locales, demandando así la habilitación de una antigua parada de autobús cercana a su hogar. Su petición tiene un objetivo claro: reducir los riesgos en la carretera y acortar el trayecto que ella y sus hijos enfrentan diariamente.

La historia de esta mujer valiente ha sido recogida por “El Progreso”, medio que ha amplificado su voz y su lucha por la seguridad de su familia. Según el artículo publicado, Irene expresa con firmeza: “Es una inseguridad total para mí porque no veo bien y también para mis dos hijos. Necesitamos una solución”.

La demanda de esta situación no solo se fundamenta en su propia seguridad, sino también en la de sus hijos, quienes dependen de ella para llegar a la parada del autobús escolar. La combinación de su discapacidad visual y las necesidades específicas de su hijo con autismo resalta la urgencia de una respuesta por parte de las autoridades pertinentes.

En un mundo donde la inclusión y la seguridad son derechos fundamentales, la historia de Irene Castro resalta la importancia de escuchar las necesidades de las personas con discapacidad y de actuar en consecuencia. Su valentía al alzar la voz y abogar por una solución no solo beneficia a su familia, sino que también arroja luz sobre las barreras que muchas personas con discapacidad enfrentan en su vida diaria.

¿Cómo es el día a día de Irene?

Irene se enfrenta a una situación de peligro cada día cuando acompaña a su hijo mayor, junto con su pequeño de dos años y medio diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista (TEA), a la parada del autobús escolar.

Esta situación se complica aún más debido a que deben cruzar una carretera de tres carriles que conecta la N-634 con la A8, y circular por el arcén izquierdo según lo establece la normativa.

Cada jornada, esta valiente madre se ve obligada a transitar con el cochecito de los niños por el borde de un carril de desaceleración, incorporándose a la A-8 sin contar con ningún tipo de refugio o señalización adecuada.

Así, se cuestiona por qué el autobús escolar elige detenerse allí y no al otro lado de la carretera, donde hay dos marquesinas; una junto a la iglesia y otra un poco más arriba.

Además, ha presentado varias quejas al respecto, señalando que durante el día le resulta difícil ver y que de noche la situación se vuelve aún más complicada. También ha solicitado transporte adaptado para su hijo con discapacidad, pues necesita que alguien lo acompañe en el trayecto.

Un apoyo fundamental para otras familias

Por otro lado, cuenta con el apoyo de otras familias que han presentado denuncias similares para que se rehabilite la antigua parada, sin embargo, la respuesta de las autoridades no ha sido satisfactoria. La Xunta de Galicia ha indicado que la parada de la Iglesia de Alba se encuentra en la N-634, una vía de titularidad estatal, sobre la cual solo puede actuar la Administración General del Estado.

Ante esta situación, la Consejería de Educación sostiene que corresponde al Estado llevar a cabo este tipo de mejoras, lo cual implicaría una inversión de 35 millones de euros. Mientras tanto, Irene y otras familias continúan luchando por la seguridad de sus hijos en un entorno cada vez más peligroso.

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