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Madrid, 16 sep (EFE).- El trabajo manual y las tareas administrativas rutinarias "se verán amenazadas por la automatización", por lo que todo el mundo "debería desear que sus hijos se dediquen a un trabajo que requiera creatividad, inspiración y un toque humano extra que no se pueda reducir a un algoritmo".
De esta opinión es el periodista estadounidense experto en economía Thomas L. Friedman, columnista de The New York Times y ganador de tres premios Pulitzer, quien en una entrevista con EFE asegura que el trabajo de rutina "se puede describir mediante un algoritmo y se puede subcontratar, digitalizar y automatizar fácilmente".
Friedman explica que la humanidad se ha adentrado en una "era de aceleración" dominada por tres fuerzas que están transformando el planeta: la tecnología, la globalización y el cambio climático, que a su vez están cambiando ámbitos clave como el mercado de trabajo, la política, la geopolítica, la ética y la comunidad.
Es la tesis principal de su último libro "Gracias por llegar tarde" (Ediciones Deusto), en el que aboga por parar y reflexionar para entender mejor el mundo en el futuro.
El autor defiende que los avances en educación e infraestructuras serán esenciales para todo país que no quiera quedar rezagado, algo que ya ha ocurrido en Afganistán, Oriente Medio y África Occidental.
Sobre la transformación del mundo laboral dice que hay que "reimaginar toda la cinta transportadora que va de la educación al trabajo, pasando por la formación de por vida".
"La transición será dura", afirma, pero se muestra convencido de que "hay muchas probabilidades de que al otro lado nos espere un lugar de trabajo mejor y más justo".
Friedman no ve marcha atrás a la globalización, a pesar de las medidas proteccionistas adoptadas por Donald Trump en su primer año y medio de mandato, que considera "caótico" por el comportamiento "grosero" de un presidente que no ejerce de líder de todos los estadounidense, sino solo de quienes le apoyan.
"Trump puede poner palos en las ruedas, pero la mayoría de los empresarios de Estados Unidos se oponen a eso. No quiero sugerir que su impacto en la globalización sea cero, pero al final apostaré por la globalización, estaré en la tecnología y el deseo humano de conectarse, comerciar, colaborar y viajar, y no por Trump", afirma a EFE.
A su juicio, el cambio climático, la globalización y la tecnología han generado una serie de nuevos desafíos (clima extremo, cibercrimen, criptodivisas o cómo distinguir entre refugiados, migrantes económicos y solicitantes de asilo), que solo pueden ser gestionados a través de una cooperación global con nuevas reglas.
"Si la comunidad de democracias se fractura ahora y volvemos a una competencia de grandes potencias más del siglo XIX y XX, ¿quién redactará las nuevas reglas para el siglo XXI? ¿Quién ayudará a Libia o a los países del África subsahariana a crear gobierno y nutrir su capital humano para escapar del desorden, para que su gente no sienta la necesidad de emigrar para sobrevivir o prosperar? ¿Rusia? ¿China? No lo creo", lamenta.
En el ámbito nacional, Friedman piensa que la ciudad, el pueblo o la comunidad van a ser el componente de gobierno más importante del siglo XXI.
"Lo que nos ha salvado en un momento en que nuestra política nacional se ha vuelto progresivamente tóxica (...) es el dinamismo proveniente de ciudades, pueblos y comunidades, de abajo arriba", sostiene en su libro.
"Cuanto más se sientan anclados (a la comunidad) usted, sus hijos y sus vecinos, más abiertos estarán a personas ajenas, nuevas ideas y nuevas formas de hacer las cosas, y más dispuestos estarán a aventurarse. Y todas esas actitudes son las que te permiten prosperar en la era de las aceleraciones", aclara a EFE.
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