La principal aportación humana del N2O se concentra en la producción de comida: Agricultura y ganadería emiten 4,1 millones de toneladas de este gas cada año.
Los animales de ecosistemas terrestres, como las jirafas, y de ecosistemas marinos, como el pez payaso, cuentan con rayas o formas en sus pieles que les sirven para realizar movimientos que les permiten huir.